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Reportaje:CAMPEONATOS DEL MUNDO DE NATACIÓN

El meta paciente

Siempre a la sombra de Rollán ("es como competir contra Armstrong"), el suplente Andreo encontró al fin una oportunidad grande ante Rusia

Robert Álvarez

A Jesús Rollán le consideran todos sus compañeros y la mayoría de sus rivales el mejor portero del mundo. "San Jesús", le llaman en la selección española. Por eso, el trance para Ángel Andreo (Madrid, 1972) fue de aúpa el miércoles. A la una del mediodía, sólo seis horas antes del trascendental partido ante Rusia, el seleccionador Joan Jané le comunicó que iba a ser titular. Rollán anda fastidiado, con una lesión muscular en la pierna derecha. Andreo, su eterno suplente, salió tan airoso de la situación como la selección española, que venció a Rusia y que, incluso perdiendo hoy por menos de dos goles ante Eslovaquia (19.45, La2), se clasificará como primera de grupo para los cuartos de final.

Andreo entró en la órbita de la selección española en 1995, justo a tiempo para colgarse del cuello la medalla de oro olímpica en Atlanta'96 y la de los Mundiales de hace dos años en Fukuoka, además de estar presente en la cita olímpica de Sydney en 2000, donde España fue cuarta. Pero de estas tres citas, sólo en la última citada jugó "un ratito", ante la débil selección japonesa. El resto del tiempo se lo pasó en el banquillo. Pese a la costumbre, lo pasa fatal allí. De tanto como grita, muchas veces sus propios compañeros tienen que pedirle un poco de calma. Estar en el banquillo supone para él una doble tensión: "Sufro más y, encima, tengo que estar pendiente y a punto por si a Rollán le pasa algo y tengo que suplirle", dice.

Andreo desdramatiza su situación. "Para mí no es frustrante porque sé y asumo el papel que tengo. He coincidido con Rollán y competir con él es como si tuviera que hacerlo un ciclista contra Induráin o Armstrong", explica. "No me siento eclipsado. Ni tampoco vi que el equipo, ante Rusia, estuviera más pendiente de la portería. Está claro que la lesión de Rollán crea incertidumbres pero el equipo se olvida de ello cuando compite".

La carrera de Andreo, surgido de la cantera del madrileño Encinas de Boadilla, no ha sido un camino de rosas. Estuvo a punto incluso de lanzar la toalla. Fue en 1993. Después de una problemática temporada, el Canoe le comunicó que no iba a estar en el equipo. Sólo quedaba una semana para el inicio de la Liga. Estaba estudiando Educación Física y prácticamente se hizo a la idea de continuar entrenándose con La Latina, pero sin competir. Sin embargo, el croata Dragan Matutinovic, que lo había dirigido en la selección española junior y por entonces dirigía al Club Natació Montjuïc, decidió ficharlo. Tuvo que trasladarse a Barcelona, donde se ha afincado en todos los aspectos: tras cuatro años en el Montjuïc, lleva otros seis defendiendo la portería del Atlètic Barceloneta, además de que está casado con una catalana y de que sólo hace poco más de dos meses nació en Barcelona su hija Claudia. Comparte la tesis del histórico Manel Estiarte, para el que los madrileños que empezaron a incorporarse a principios de los noventa en una selección con mayoría catalana aportan, en general, mayor descaro y un punto de necesaria temeridad. Es ésa una de las muchas virtudes que Andreo destaca de Rollán, el portero al que más admira y al que, de vez en cuando, sustituye.

Ángel Andreo, en la portería española de waterpolo.
Ángel Andreo, en la portería española de waterpolo.JOAN SÁNCHEZ

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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