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LA POSGUERRA DE IRAK | El papel de los chiíes

EE UU y los islamistas libran una sorda batalla por el control de Nayaf

Los habitantes de la ciudad santa chií rechazan el gobierno laico impuesto

Jorge Marirrodriga

Estados Unidos y los islamistas chiíes libran una sorda batalla por el poder en Nayaf, capital espiritual del chiísmo, donde se encuentran los restos de su fundador, Alí, yerno de Mahoma, y donde Jomeini, líder de la Revolución Islámica iraní, terminó sus estudios de teología. Mientras los islamistas controlan de facto las calles, EE UU ha nombrado una Administración laica de iraquíes que, al menos nominalmente, representa la máxima autoridad civil en la ciudad.

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En la práctica, esa administración es rechazada, cuando no ignorada, por gran parte de una población que hoy espera el retorno del ayatolá Mohamed Baqer al Hakim, líder del Consejo de la Revolución Islámica en Irak. En un lugar apartado a las afueras de Nayaf, en lo que fueran las instalaciones de una universidad iniciada por el régimen de Sadam Husein que nunca llegó a terminarse, se encuentra la administración civil de Nayaf. Custodiada por un primer cinturón de iraquíes pobremente armados y uniformados y un segundo formado por blindados y vehículos estadounidenses, la sede del Gobierno local nombrado por EE UU está vacía. No recibe visitas de vecinos que expongan sus problemas. Sus pasillos están poblados de cajas con electrodomésticos nuevos y sus responsables no reciben a nadie ya que "se encuentran reunidos con los estadounidenses", según aseguran los milicianos iraquíes.

La imagen opuesta es la sede del Consejo de la Revolución Islámica en Irak. Decenas de vecinos con peticiones hacen cola en la puerta, mientras en el interior reina la limpieza y el orden. Es el lugar desde el que se gobierna Nayaf. "Tenemos un gran número de militantes, podríamos decir que son todos los habitantes de Nayaf", asegura Hadji Hasan, de 40 años, máximo responsable en la ciudad del Consejo para la Revolución Islámica en Irak, quien ha estudiado en academias militares de Irán, Siria y Líbano y ha participado en operaciones clandestinas en el interior de Irak durante la dictadura de Sadam para asesinar a sus fedayin. "Tenemos un consejo de Gobierno formado por cuatro miembros, por debajo de éste existe una asamblea de 100 personas y después otra de mil", detalla Hasan al explicar la estructura del gobierno local shií.

El Consejo adopta decisiones que afectan a la vida de todos los vecinos de Nayaf. "Hemos decretado que el sábado [equivalente al lunes occidental] sea el día de la limpieza y los vecinos participen en el mantenimiento de casas y calles. También colaboramos con numerosos voluntarios que nos ayudan en materia de seguridad a proteger colegios, hospitales y otros edificios importantes". El tema de la seguridad está especialmente cuidado por el gobierno local islámico. Aparte de los decretos religiosos condenando el robo y los saqueos, varios cuerpos de seguridad -ninguno reconocido por la autoridad laica- controlan el orden en las calles y edificios importantes de Nayaf.

"Nosotros no elegimos a las personas que forman las fuerzas de seguridad, son los mismos vecinos de Nayaf los que nos protegen", puntualiza Hasan y añade: "No utilizamos la fuerza para nada. Somos parte del pueblo que se deja aconsejar por nosotros. No damos órdenes directas a los vecinos, sino que tratamos de hacerles comprender fundamentalmente dos cosas: cómo ayudar a los demás y cómo respetarlos". El responsable chií niega que estas fuerzas tengan "parecido alguno" con la Guardia de la Revolución iraní.

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Numerosas pancartas escritas en árabe y en inglés y distribuidas por toda la ciudad rechazan la imposición de un gobierno laico. "Lo que hagan los americanos no nos afecta. Va a ser el pueblo el que elija al gobierno", afirma el representante chií.

El ayatolá Mohamed Baqer al Hakim, ayer, durante un mitin en la ciudad de Nasiriya.

 / ASSOCIATED PRESS
El ayatolá Mohamed Baqer al Hakim, ayer, durante un mitin en la ciudad de Nasiriya. / ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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