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NEUROLOGÍA | Enfermedades degenerativas

Más cerca de la detección precoz del Alzheimer

Las investigaciones para encontrar una prueba eficaz para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer y detectarla precozmente han dado un nuevo paso adelante al confirmarse el valor de dos posibles marcadores. Científicos del Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) estadounidense han descubierto que el nivel de dos sustancias en el líquido cefalorraquídeo distinguía a los pacientes a los que se les había diagnosticado Alzheimer clínicamente de los sujetos de control con una eficacia de entre el 89% y el 92%. Esto iguala o supera a los habituales métodos de diagnóstico clínico, como son la evaluación del historial médico, las pruebas cognitivas y las exploraciones cerebrales.

Sin embargo, estos dos posibles biomarcadores no se podrán utilizar como herramientas de predicción o de diagnóstico hasta finalizados los estudios a largo plazo que ahora se están llevando a cabo. Trey Sunderland, jefe del Departamento de Psiquiatría Geriátrica del NIMH, y sus colaboradores han publicado su estudio (incluye 203 pacientes y sujetos de control, y un metaanálisis de la bibliografía disponible) en la edición del 23 de abril de 2003 del Journal of the American Medical Association (JAMA).

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"Esperamos que finalmente se desarrollen biomarcadores para ayudar a detectar la enfermedad incipiente en personas más jóvenes, que presentan el riesgo pero aún no muestran síntomas", comenta Sunderland. "Las claves de los estudios bioquímico, genéticos y de obtención de imágenes cerebrales podrían hallar nuevas posibilidades de intervención preventiva".

El estudio del JAMA ha examinado los niveles en el líquido cefalorraquídeo de dos fragmentos de proteína distintivos del proceso patológico y encontrados en el cerebro de las personas fallecidas por Alzheimer: la beta-amiloide, que se reúne en grupos hasta formar placas que dañan el cerebro, y la tau, que estrangula las neuronas hasta convertirlas en filamentos enmarañados. Como otros estudios anteriores, éste ha descubierto que en la enfermedad de Alzheimer los niveles de beta-amiloide en el líquido cefalorraquídeo caen, mientras que los de tau aumentan. Lo que aporta este trabajo es la confirmación del hallazgo, al aplicar un metaanálisis de la bibliografía mundial y añadir "la mayor muestra de pacientes con enfermedad de Alzheimer y sujetos de control evaluados hasta la fecha", afirman los investigadores. Así, cada vez hay más indicios que sugieren que los cambios en los niveles de beta-amiloide y de tau pueden estar presentes en el proceso inicial de la enfermedad.

"Quizá la mayor utilidad de estos biomarcardores se dé en el estudio prospectivo de personas con riesgo de desarrollar Alzheimer", señala Sunderland. "Al establecer el punto de partida de una persona y hacer un seguimiento de sus niveles a lo largo del tiempo, tal vez podríamos interpretar los cambios graduales como señal de que está desarrollando el trastorno".

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