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AL VOLANTE | PRUEBA
Columna
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Ágil, cómodo y seguro

El nuevo Volvo es mucho más grande de lo que aparenta en las fotos. Destaca su longitud y sobre todo su altura (1,74 metros). Y se aprecia en el interior, con una posición de conducción elevada que aporta una grata sensación de dominio. El conductor va sentado con las rodillas casi en ángulo recto, como en una butaca alta; pero, por lo demás, la postura es como la de los turismos: volante perpendicular al suelo y todos los mandos al alcance de la mano.

Un turbodiésel moderno y algo justo

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Fuerza estética, funcionalidad y seguridad

La versión turbodiésel ofrece la mejor relación entre precio, prestaciones y consumos de la gama. Monta el moderno motor 2.4, de cinco cilindros (163 CV), con raíl común de segunda generación. De momento, sólo con cambio automático-secuencial de cinco marchas (Geartronic); más adelante habrá uno manual de seis.

A pesar de mover un peso elevado (2.000 kilos), ofrece unas prestaciones correctas para viajar. Le falta algo de nervio al acelerar y más fuerza en las subidas: tarda en lanzarse y es algo perezoso en las cuestas. Pero mantiene bien los ritmos de crucero, y si se pisa con decisión el acelerador adelanta con rapidez, viaja con soltura y circula bien por ciudad. Tiene el tacto suave y fino de los Volvo, aunque la sonoridad aumenta cuando se acelera a fondo en marchas cortas. En cambio, en los viajes no se oye la mecánica, y el cambio automático refuerza un funcionamiento cómodo y muy apropiado para cualquier uso: ciudad, carretera o pistas de tierra.

Además, los consumos son ajustados para un todoterreno de su peso: 9 litros a ritmos tranquilos, de 11 a 12 en ciudad, y 13 en conducción rápida y campo.

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Muy cómodo y limitado en el campo

Otro punto fuerte es la suspensión, que aporta un buen compromiso entre estabilidad y confort para los viajes. Navega con aplomo sobre el asfalto, filtra todo sin inmutarse y resulta muy cómodo en carretera: se inclina lo justo en las curvas y apenas acusa las inercias de su altura y volumen. El tacto preciso de la dirección hace que obedezca fielmente al volante y sea mucho más ágil de lo que se espera, incluso en zonas muy viradas. Además incluye todas las ayudas electrónicas a la conducción: un buen ABS, control de estabilidad (DSTC)..., y, junto a la tracción 4×4 y unos frenos que paran bien el peso, ofrece una gran seguridad.

Aunque no es un todoterreno puro con reductora, el XC90 cumple de sobra en los caminos de tierra: es cómodo y absorbe los baches con solidez. La suspensión no se regula en altura como en el Audi Allroad, pero los recorridos son aceptables, tiene 21,8 centímetros de altura libre al suelo y con la ayuda de la tracción 4×4 electrónica circula con soltura por las pistas y supera zonas de dificultad media-baja. Pero no se le pueden pedir maravillas porque no está pensado para salir de los caminos: los neumáticos de asfalto y la falta de bloqueos de diferencial y reductora marcan sus límites.

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