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Un empleado reconoce que mató a su jefe tras amonestarle por fumarse un porro

El acusado de asesinar a puñaladas a su jefe en Aspe (Vinalopó Mitjà) en mayo de 2000 admitió ayer la autoría de la muerte, si bien, según precisó el imputado, fue consecuencia de un forcejeo entre ambos. El procesado, A. J. N. R., de 24 años, confesó en el juicio oral ante un jurado popular que acuchilló dos veces a la víctima, después de iniciar una pelea porque el fallecido le amonestó por haber fumado un porro.

Un tribunal popular juzga desde ayer en la sección primera de la Audiencia de Alicante el caso de un trabajador de la empresa Joinma, ubicada en el polígono industrial de Aspe Tres Hermanos, que asestó, según el fiscal, múltiples puñaladas a uno de los directivos, Andrés Molina Ruiz, de 43 años.

Según consta en el relato del fiscal, los hechos se registraron en los aseos de la fábrica. El presunto autor del homicidio se hallaba en los servicios cuando la víctima entró y sin que, según el fiscal, hubiese una discusión "previa" ni una razón de enemistad, el acusado sacó "repentinamente" una navaja automática. El enjuiciado, que escondía el arma blanca "abierta" y escondida entre sus ropas, le asestó múltiples puñaladas que acabaron con su vida. Sin embargo, según la versión del acusado, cuando la víctima entró en los aseos "le amenazó, le dio un puñetazo y lo cogió de los pelos". En el forcejeo, según relató el acusado, cayeron al suelo y le pinchó con la navaja. "Lo arrastré hacia la ducha y cerré la puerta, escondí las navajas en la escayola del techo y me cambié de ropa en el vestuario", declaró el procesado.

El supuesto autor del crimen regresó de inmediato a su lugar de trabajo, aunque fue detenido horas después por agentes de la Guardia Civil. El propio inculpado desveló a los efectivos policiales donde había ocultado la navaja empleada, así como la ropa manchada de sangre del fallecido.Para el fiscal los hechos relatados constituyen un delito de asesinato, por el que reclama para el acusado una condena de 17 años de prisión. La acusación particular solicita una pena de 20 años; mientras la defensa, por su parte, tipifica los hechos como un homicidio y rebaja su petición de condena a cinco meses. La defensa sostiene que el acusado sufre una psicopatía esquizoide.

En la primera sesión de la vista oral, el enjuiciado argumentó que el fallecido le profería constantes amenazas de muerte. El acusado reconoció ser adicto a la cocaína y admitió hallarse bajo los efectos de las drogas el día de autos, en tanto que carecía de "fuerza" para causar las múltiples puñaladas, que según el fiscal, presentaba el cadáver. El juicio continúa hoy.

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