Calamocarro resurge en Ceuta
Más de 200 argelinos y subsaharianos que se hacinan en el centro de la ciudad suscitan el temor a un nuevo campamento de inmigrantes
Un barracón cercano al puerto de Ceuta sirve desde finales de año como improvisado refugio a más de 200 inmigrantes indocumentados, sobre todo subsaharianos y argelinos. El invierno les ha empujado a desplazarse desde los montes cercanos al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), donde se ocultaban, hasta el mismo centro de la ciudad, algo que preocupa, y mucho, tanto a la Delegación del Gobierno como al gobierno local, que todavía recuerdan cómo de una forma similar surgió el antiguo campamento de Calamocarro, en el que llegaron a hacinarse casi 3.000 personas.
Las reyertas entre los dos grupos de inmigrantes son diarias. Bomberos y policías locales tienen orden de vigilar "de cerca" el gran barracón, donde una pelea, en la que participaron 40 individuos a principios de la semana pasada, dejó heridos a cinco subsaharianos y motivó la detención de cuatro magrebíes. Otro enfrentamiento terminó el viernes con dos personas en el hospital. Además, los conatos de incendio son frecuentes, ya que los inmigrantes encienden hogueras para calentarse. Los bomberos han acudido a sofocar fuegos varias veces en los últimos días.
El acceso a la nave ocupada, un antiguo almacén industrial sin condiciones higiénicas ni de habitabilidad, es muy complicado, aunque se encuentra a escasos 50 metros del único comedor social que existe en Ceuta, el de los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca.
Ya se han iniciado las obras para ampliar este comedor, que organiza desde hace meses varios turnos para almorzar, y en el que se producen reyertas diarias.
El incremento de los inmigrantes sin techo en la ciudad autónoma es espectacular. Todos, subsaharianos y argelinos, piden a diario su número para entrar en el comedor, lo que provoca continuos desordenes en la céntrica avenida España, de la barriada Sardinero, una arteria de tráfico fundamental en Ceuta, que conecta el centro con la periferia norte.
Las rencillas entre los dos colectivos tienen origen étnico y tribal, aunque a veces también obedecen a motivos económicos. A pesar de que los subsaharianos son más numerosos, los 70 argelinos que residen en las inmediaciones han demostrado ser mucho más violentos, según la policía. Unos y otros han delimitado sus territorios y no comparten ni siquiera el lugar en el que duermen.
Las autoridades estiman que el número total de inmigrantes irregulares que hay actualmente en Ceuta puede superar los 700. De ellos, casi la tercera parte duermen al raso porque no tienen plaza en el saturado CETI.
El campamento ha emergido de la noche a la mañana, con extranjeros procedentes de Camerún, Liberia, Sudán, Gambia y Sierra Leona. Nadie sabe cómo se ha llegado a esta situación, ya que en los últimos meses la población subsahariana había descendido considerablemente gracias al refuerzo del control de las fronteras.
Hay, no obstante, algunas explicaciones. La Guardia Civil ha detectado un aumento de las entradas por mar, bien a nado o en pequeñas balsas. Además, esta semana ha sido clausurado un túnel de 30 metros, construido bajo el perímetro fronterizo, que comunicaba unos motores de impulsión de la red de abastecimiento de agua. Atravesando este subterráneo se estima que pueden haber entrado decenas de inmigrantes en los últimos meses, ya que los sensores de alarma no detectaban los movimientos en la zona.
La sensación de inseguridad afecta a toda Ceuta, pero sobre todo a los vecinos de la barriada Sardinero, que temen que se repitan los estallidos de violencia entre los dos grupos de extranjeros.
El delegado del Gobierno en Ceuta, Luis Vicente Moro, ha viajado a Madrid para analizar el problema con los responsables de la Secretaría de Estado para la Extranjería. El Ministerio del Interior estudia la posibilidad de trasladar a los inmigrantes irregulares en grupos hasta sus países de origen, pero se trata de un proceso complicado porque sus gobiernos no suelen reconocer a sus emigrantes irregulares como ciudadanos.
El único precedente de esta situación que se recuerda en Ceuta es la ocupación por parte de unos 400 inmigrantes de los baluartes de las Murallas Reales, un recinto de los siglos XVI y XVII actualmente en rehabilitación, en el que los irregulares protagonizaron duros enfrentamientos con la policía en octubre de 1995.
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