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Lula pide al Ejército de Brasil que le ayude a repartir comida y arreglar carreteras

Las Fuerzas Armadas participarán en los proyectos del presidente para cambiar el país

Juan Arias

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, tuvo días atrás una larga reunión a puerta cerrada con los principales jefes militares y su ministro de Defensa, el ex embajador en Moscú José Viegas, para anunciarles que las Fuerzas Armadas van a colaborar con el Gobierno en toda una serie de acciones sociales. Por lo pronto, participarán en el programa Hambre Cero y en la mejora de las infraestructuras. La Fuerza Aérea ayudará a distribuir alimentos en las zonas más remotas del país, mientras que los ingenieros del Ejército reconstruirán las maltrechas carreteras del país.

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El ministro Viegas, un civil que ha sido bien recibido por los militares, ha confirmado que el Ejército va a ejercer tareas sociales, aunque ha subrayado que "sin perjuicio de su función primordial, que es la defensa del territorio y de la soberanía". Los militares, a la llegada de Lula, estaban en la situación más baja de los últimos años, al haberse quedado casi sin presupuesto. Muchos cuarteles han tenido que cerrar por no poder alimentar a los reclutas y el desfile nacional de 2002 fue el más austero de todos los tiempos.

Contrariamente a lo que se hubiera podido esperar, los militares apoyaron a Lula en las elecciones, probablemente a la espera también ellos de una época nueva de cambios. Lula llegó antes de su elección a elogiar la visión de largo alcance que los militares habían tenido cuando gobernaron este país, programando planes para 20 años después, cosa que no suelen hacer muchos políticos, que no ven más allá de su mandato electoral.

Ahora Lula quiere involucrar a los militares en el sueño de un cambio social en el país, en el sueño de un Brasil menos injusto, y les ha pedido su ayuda. Y las tres armas -Ejército, Fuerza Aérea y Marina- han respondido enseguida a la llamada. El ministro de Defensa ha confesado que con la ayuda del Ejército el programa Hambre Cero resultará más barato y más seguro, sin peligros de corrupción. Las Fuerzas Armadas van a ayudar, sobre todo con aviones, a llevar miles de toneladas de alimentos a los lugares más difíciles: los pueblos perdidos en la selva de la Amazonia y las comunidades indígenas más alejadas. Y también van a ayudar a dibujar el mapa de la pobreza, evitando posibles fraudes.

Por su parte, los 11 batallones de ingeniería del Ejército, con cerca de siete mil unidades, van a colaborar en una de las prioridades del nuevo ministro de Transportes, Anderson Adauto: la reconstrucción de las carreteras, que el Gobierno de Lula ha heredado en una situación desastrosa. El ministro Adauto ha parado todos los proyectos de nuevas construcciones de carreteras, muchos de ellos fruto sólo de intereses partidarios y un campo de grandes ilegalidades, hasta renovar las ya construidas.

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El Ejército brasileño va a hacer el mapa, una por una, de esas carreteras, para indicar el grado de reconstrucción que necesitan. Los militares ya han indicado que tienen capacidad para reparar o construir mil kilómetros de carreteras al año. El ministro de Transportes ha declarado que con la ayuda del Ejército está más seguro de que los recursos públicos empleados en el proyecto serán bien empleados. "El Ejército es una institución", dijo el ministro, "que tiene credibilidad, experiencia y condiciones profesionales para hacer ese trabajo".

El acuerdo incluye la participación de reclutas de los tres ejércitos, que durante las obras van a aprender el oficio. El convenio formará parte del proyecto del Gobierno llamado Primer Empleo, anunciado por el presidente Lula para abrir el mundo del trabajo a los jóvenes. El jefe del Departamento de Ingeniería y Construcción del Ejército, general Sérgio Alves Conforto, ha afirmado que los militares "poseen plena condición para actuar en la construcción y en la fiscalización de las obras", y ha añadido que hoy el Instituto Militar de Ingeniería (IME) es, sin duda, el mejor del país.

Con esta nueva tarea social, el Ejército está comenzando a sentirse estimulado y más cercano a la gente. El Gobierno ha prometido a los militares que, en la medida en que con estos proyectos sociales el país comience a crecer económicamente, las Fuerzas Armadas volverán a gozar de un presupuesto digno para ejercer sus funciones.

Lula y su esposa, Marisa, durante una visita a Casa Vida, un hogar de niños seropositivos de São Paulo.
Lula y su esposa, Marisa, durante una visita a Casa Vida, un hogar de niños seropositivos de São Paulo.AP

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