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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

¡'Wellcome home'!

Me advirtieron que regresar a tu país de origen (España para mí) después de haber residido en el extranjero unos años (más de seis en EE UU, en mi caso) requiere cierto proceso de adaptación, algo así como un "shock cultural" atenuado. Aunque intenté mentalizarme de antemano al cambio de hábitat, desde el día que aterricé tuve la sensación de que algo había cambiado. La falta de consideración y prudencia de los unos por los otros ya forma parte del día a día; los modales, brusquedad, el desparpajo ese y cazurrismo que se llevan, como si aquello de "gracias", "perdón", disculparse, ceder el paso, no atropellar ni llevarse por delante al prójimo fuera demasiado dificultoso de articular (¿será por dejadez, ignorancia, egoísmo, irritación, arrogancia, chulería, insatisfacción o todo junto y más?).

Entonces enciendo el televisor y aparece una avalancha de telebasuraza a horas punta, un verdadero insulto a la inteligencia que algunos han transformado en su propio estilo de vida. De repente descubro el deterioro del medio ambiente y nuestros múltiples problemas con el agua, fruto en gran parte de una explotación salvaje del suelo al amparo de las instituciones; lo que se destruye no se repone y donde había una alameda y un riachuelo ahora hay un bloque de cemento con plaza dura incluida, y todas esas riadas, incendios y demás a la vuelta de la esquina.

Y cuando me comunican que para visitar a un médico especialista hay que posponerlo para unos meses, aquella sensación de "shock cultural" deja de ser tal y se transforma en el fantasma del tercermundismo. Por fortuna, leo el artículo de Francisco J. Laporta ("Chapapote y Estado", EL PAÍS 14-12-2002) y siento el alivio del paciente que acude al psicólogo. Ahora sólo me queda la angustia del gallego viendo por sus litorales a un barco agrietado cargado de crudo que navega rumbo al tercemundismo con una bandera llamada negligencia.

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