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LA NUEVA OTAN

La OTAN afronta su mayor ampliación

Los aliados invitan a sumarse a la organización a siete nuevos países del Este en el año 2004

La OTAN se abre más al Este con el ingreso dentro de dos años de siete países del antiguo bloque comunista europeo. Letonia, Lituania, Estonia, Eslovenia, Eslovaquia, Rumania y Bulgaria fueron invitados ayer por los 19 actuales socios a entrar en 2004, en un gesto más político que militar, dadas las limitadas capacidades que esas naciones pueden aportar. En una ceremonia breve, pero cargada de retórica, el secretario general de la Alianza, George Robertson, preguntó a los 19 líderes aliados si existía alguna reserva a la entrada de esas democracias, aún frágiles. Nadie se opuso. Todos hablaron en términos generales y algunos de ellos, como el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, trocó su discurso en un homenaje a EE UU.

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"La adhesión de estos nuevos miembros reforzará la seguridad de la zona euroatlántica y contribuirá a lograr el objetivo común de una Europa libre, unida en la paz y en los valores comunes", reza uno de los puntos del documento aprobado ayer en la Cumbre de Praga.

Los futuros socios tendrán que proseguir con el proceso de reformas políticas y militares y su ingreso deberá ser ratificado por todos los parlamentos nacionales. Se trata de la mayor ampliación en los 53 años de existencia de la organización y quedará oficializada en una cumbre atlántica en 2004.

Polonia, Hungría y República Checa fueron los primeros países del bloque comunista de la Europa del Este que entraron en la OTAN en 2002, tras obtener el visto bueno dos años antes en la Cumbre de Madrid.

"Estados Unidos se siente muy satisfecho porque reforzará esa alianza del mundo libre y la hará aún más importante", dijo el presidente norteamericano, George W. Bush, cuando le tocó el turno, prácticamente improvisando unas palabras.

Pero no fue él, sino su antecesor, Bill Clinton, cuando estuvo en la Casa Blanca, quien más promovió la ampliación de una organización nacida en 1949, durante la guerra fría, como respuesta a la amenaza de la extinta Unión Soviética y al Pacto de Varsovia que Moscú creó junto a sus satélites.

Modernización

Hoy esa amenaza ya no existe. Es el terrorismo internacional, sobre todo tras el 11-S, y los países que producen armas nucleares, químicas y biológicas contra quienes la nueva OTAN quiere actuar con la modernización de sus medios militares y la creación de una fuerza de respuesta rápida. "De Praga emerge una nueva y más moderna Alianza Atlántica, capaz de responder a los retos de este siglo", asegura el británico Robertson.

"Estas incorporaciones no serán las últimas. Las puertas de la OTAN seguirán abiertas. Nunca esta organización ha sido cerrada. De sus 12 socios originales se pasó a 14 , 15 , 16 y 19 ", anunció el secretario general al anticipar que los otros tres aspirantes que en esta ocasión no entran (Albania, Macedonia y Croacia) lo harán pronto. Y detrás de ellos se preparan Ucrania, Georgia y los países balcánicos.

La Alianza Atlántica está integrada por Bélgica, Canadá, República Checa, Dinamarca, Francia, Alemania, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Luxemburgo, Holanda, Noruega, Polonia, Portugal, España, Turquía, Reino Unido y Estados Unidos.

Sólo cuatro países de la Unión Europea no forman parte del club: Austria, Irlanda, Finlandia y Suecia.

No es una ampliación contra Rusia, le dijeron ayer en Praga los líderes occidentales a Vladímir Putin, quien a regañadientes ha asumido como inevitable la entrada de las tres repúblicas bálticas: Letonia, Lituania y Estonia, que fueron parte del territorio soviético hasta su independencia, hace una década.

Así se lo recordará hoy Bush a Putin cuando se entrevisten en San Petersburgo con Irak como cuestión sobresaliente. Y así queda subrayado en las conclusiones finales de Praga. El documento reitera la importancia que para los aliados tiene el nuevo órgano de decisión creado esta primavera con Rusia "y la voluntad de intensificar y ampliar" esa cooperación.

La regla del consenso

Algunos líderes aliados hicieron ayer en la capital checa a lo largo de sus intervenciones paralelismos entre la ampliación de la Alianza Atlántica y la que la Unión Europea se apresta a cerrar el próximo mes en Copenhague. Cinco de los invitados a entrar en el bloque militar lo harán también en la Unión en el año 2004, y los dos restantes (Rumania y Bulgaria), en el año 2007. "Europa vuelve a unirse poco a poco y a luchar por los mismos ideales", resumió el presidente de Francia, Jacques Chirac, horas antes de que los aliados recibieran por la tarde a los mandatarios de los nuevos socios.

"El consenso seguirá siendo la regla de esta organización", aseguró lord Robertson. Algunos piensan que una institución más grande -en dos años estará formada nada menos que por 26 países- hará más difícil tomar decisiones, como ya ocurrió en opinión de muchos cuando la guerra de Kosovo, en la primavera de 1999.

"No lo creo", contestó ayer tan rotundo como eufórico el secretario general de la Alianza, satisfecho de que la reunión de Praga marque un antes y un después en la historia de la OTAN. El tiempo lo dirá.

De izquierda a derecha; Tony Blair, Condoleezza Rice, Colin Powell y George Bush, ayer en la reunión de jefes de Estado y Gobierno de la OTAN en Praga.
De izquierda a derecha; Tony Blair, Condoleezza Rice, Colin Powell y George Bush, ayer en la reunión de jefes de Estado y Gobierno de la OTAN en Praga.AP

Las incorporaciones favorecen a EE UU

Ninguno de los siete próximos socios aliados disponen de fuerzas y capacidades notables para contribuir a la nueva OTAN. Su ingreso está cargado de simbolismo político más que militar. Y en dos casos (Rumania y Bulgaria) supone una inyección de moral como le sucedió a España en los ochenta para hacer realidad su adhesión a la UE en 2007. No es por nada que Bucarest y Sofía son los más entusiastas.La incorporación de estos siete ex países comunistas reforzará aún más la influencia norteamericana en la organización, apuntan algunos analistas al recordar cómo Polonia, Hungría y la República Checa (los primeros en entrar) se alinearon desde el principio con las tesis de Washington.Rumania y Bulgaria tuvieron su colaboración durante la guerra en los Balcanes e igualmente en la crisis de Afganistán. Los rumanos obtuvieron prácticamente el pasaporte otánico el año pasado cuando pusieron a disposición de Bush sus bases militares y accedieron a no entregar al Tribunal Penal Internacional ciudadanos norteamericanos.El presupuesto de defensa de los siete es muy modesto. Las repúblicas bálticas carecen de armamento pesado o de aviones de combate. Sin embargo, no obsta para expresar voluntad de ayudar a EE UU en su batalla contra Sadam. La industria militar norteamericana trabaja desde hace tiempo para expandir sus tentáculos en los antiguos países del Este europeo. Polonia cerró este año la venta de aviones F-16 mediante unas condiciones muy ventajosas, y Lituania, por ejemplo, negocia la compra de misiles Stinger. En los diez últimos años, el 95% de las visitas que han recibido esos países por parte de representantes de la industria armamentística tiene sello norteamericano, según señalaron expertos en un seminario sobre defensa europea celebrado el pasado octubre en Bruselas.En ninguna de esas naciones suscita recelo la incorporación a la OTAN, salvo en Eslovenia, la ex pequeña república yugoslava que creó sus Fuerzas Armadas apenas hace diez años. El Gobierno tiene que someter a consulta popular el ingreso en la OTAN. Por el contrario, en el resto de las demás sociedades se interpreta como un refuerzo a sus frágiles democracias. Letonia, Lituania y Estonia lo consideran como el definitivo desenganche de Rusia.Los siete, además de Albania y Macedonia, se han sometido desde hace más de un año, cuando la OTAN anunció la disponibilidad a abrir de nuevo las puertas, a una supervisión sobre la aplicación de reformas administrativas y militares que posibiliten su encaje en el bloque occidental. Todos ellos han comenzado a reducir sus ejércitos para hacerlos más profesionales.Fuentes de la OTAN admiten que existen problemas aún serios por resolver, entre ellos la corrupción pública, y que ha habido bastante benignidad a la hora de dar la luz verde. Miembros del Pentágono recomendaron al secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, el mes pasado reducir el número de invitados, pero éste no aceptó el consejo de aplazar la llegada de Letonia. Rumania y Bulgaria.

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