Pedir perdón

'Remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente'. Hasta aquí nos ilustra el diccionario de la lengua sobre el significado de esta palabra. A no ser que se esté utilizando un significado mucho más moral que todo esto, cuando se pide a los estudiantes de la Universidad de Sevilla que pidan 'perdón' se les pide que digan que sí, que lo hicieron, que son culpables y que se arrepienten. Estamos ante el juicio más rápido e inmediato de la historia de nuestra democracia, ya que cinco alumnos han sido condenados por medios de comunicación, rectores y población en general.

Sin embargo, este juicio rápido ha contado con una grave deficiencia: ¿alguien ha escuchado a los enjuiciados? Me temo que pocos lo han hecho. Son culpables y deben pedir perdón y si no lo hacen son unos cabezotas, delincuentes, niñatos o incluso terroristas.

Lamentable favor le hacemos a la democracia con este tipo de juicios. Nadie ha podido demostrar que estos cinco estudiantes hayan causado daños en la Universidad, ni siquiera aquel que pide la expulsión a perpetuidad. Pero lo que considero más lamentable de este asunto es que olvidamos todo lo demás en lo que se ha envuelto el llamado 'asalto al Rectorado', ya que, puestos a pedir perdón o disculpas, vamos a empezar a pedírselas a todos y empecemos:

Que pidan perdón el alcalde y el delegado del Gobierno por ordenar el levantamiento violento de una acampada de 49 días sin previo aviso y sin mediar una sola palabra con los acampados; que pida perdón el grupo socialista del Ayuntamiento por primero apoyar la acampada y por cambiar de postura horas después; que pidan perdón la ministra de Educación y el Congreso por aprobar leyes que cuentan con el rechazo mayoritario de la sociedad; que pida perdón la Policía por detener y tener más de dos días a los estudiantes en comisaría sin ningún motivo; que pida perdón el rector de la Universidad por encabezar manifestaciones y no tener ningún reparo a la hora de aplicar una ley de la que él mismo dice estar en contra; que pidan perdón aquellos que dicen que estos estudiantes llevaban hachas aquel día en el Rectorado y nunca se podrá comprobar porque simplemente es mentira y, por último, que pidan perdón todos aquellos que no dudan en aplicar reglamentos franquistas (una ley de 1954 es la que se utiliza para expulsar a estos estudiantes) en una democracia arraigada en nuestra sociedad.

Un solo día de condena contra estos estudiantes es la aplicación de esta ley, y ya llevan 10 meses de condena cuando, repito, no hay ni una sola prueba. Dejémonos de demagogia barata y que se restituyan los derechos de los estudiantes de una vez. Todo lo demás es un juicio moral en el que no hay pruebas, pero sí hay culpables.