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Tribuna:LA EXTRAÑA CRISIS (4)
Tribuna
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Se olvidan las prioridades

Y continúa la incertidumbre. O se acrecienta con la 'inevitable' guerra contra Irak, convertida en ocasión electoral, mientras se suceden nuevos atentados, en Indonesia -Bali-, en Finlandia, en Chechenia, en el Golfo Arábigo.

Por el otro frente la crisis del mercado de valores no cesa, el consumo se retrae después de la inmensa destrucción de ahorro producida y, como dicen los taurinos, puede venir la puntilla en forma de contagio del sistema financiero, porque a pesar de las bajas tasas de interés (en los países centrales), las deudas contraídas son las que son, sin que el ahorro que las respaldaba sea el que era.

Ahora se ve con más claridad que en este modelo de capitalismo popular tan pregonado, los ahorros son virtuales y se esfuman, mientras las deudas son tan reales como la vida misma.

En este cuadro nada indica que la situación vaya a mejorar, entre otras cosas porque las prioridades están siendo olvidadas, o ninguneadas, o camufladas, como ustedes prefieran.

Se predice un conflicto terrestre con Irak para principios del año 2003, incluido el nombramiento de un general norteamericano para hacerse cargo del poder sustituyendo al dictador iraquí. ¿Y el siguiente paso cuál será? ¿Permanecerá allí como en las mejores épocas de las aventuras imperiales europeas? ¿Lo sustituirá alguien de la región con apoyo indefinido de la comunidad internacional como nuevo protectorado? ¿Incluirá cambios de fronteras para corregir los 'errores' de la descolonización franco-británica?

El máximo responsable del Fondo Monetario Internacional declara que una guerra corta contra Irak ayudaría a despejar incertidumbres y mejoraría la situación de crisis. Incapaz de hacer el papel que le corresponde en la arquitectura financiera global, se desliza hacia predicciones fuera de su competencia. ¿Cuánto tiempo le parece una guerra corta? ¿Habla de semanas o de meses? ¿Cuántas víctimas considera suficientes para cambiar el signo de la crisis? ¿Unas decenas, o unas centenas de miles?

El G-7 más 1 nos consuela con el mensaje de que lo peor de la crisis ha pasado. Pero nos inquieta que en los dos años y medio de crack del mercado de valores hayan dicho con reiteración que no había tal crisis. ¿Cómo habrá pasado lo peor de lo que no ha existido?

Y el terror se reproduce en las líneas de fractura de esta nueva realidad internacional sin gobernanza, sin políticas claras en materia de seguridad, ni en el campo de la crisis económica internacional.

Y Brasil vive la incertidumbre que alimentan los nuevos gurús de las calificaciones de riesgo, impidiendo un juego democrático limpio que generará frustraciones crecientes en las opiniones públicas de los países emergentes. Lula les parece una amenaza, al tiempo que bendicen al presidente de Pakistán. Lula no sólo pelea democráticamente contra sus oponentes internos, que es lo lógico, sino con los aguerridos desconocedores de la sociedad brasileña, que desde centros de poder ilegítimos tratan de decidir el destino de ese pueblo. ¡Gran ejemplo de apoyo al fortalecimiento de la democracia que dicen defender en este mundo amenazado por el terror y la crisis económica!

¡Por favor, recuperemos las prioridades! Hagamos lo posible para que la ciudadanía juegue su papel exigiendo responsabilidad y proyectos sostenibles a sus representantes. Se necesita una gran corriente de opinión en los países centrales, empezando por Estados Unidos y siguiendo por Europa, para frenar el disparate en que nos estamos metiendo para mucho más tiempo del que hoy prevén los dirigentes.

Frente a la amenaza del terrorismo internacional -lamento repetirme-, la guerra clásica en la que hemos entrado, ayer con Afganistán, mañana con Irak, siempre con Chechenia, es peor que inútil porque no eliminará ni reducirá la amenaza principal, sino que la estimulará. Seguimos sin definir esta amenaza ubicua, que no depende de los Estados-Nación, que se mueve en todos los territorios y se dirige a todos los territorios, como nuevas ONG de la violencia sin fronteras.

Nada desearía más que ver al pueblo iraquí liberado de su sátrapa. Y nada menos que verlo sometido a un nuevo 'calvario' del que no es responsable, con una guerra sin salida en el horizonte previsible.

Nada desearía más que ver al pueblo norteamericano superar la angustia permanente del 11 de septiembre, dentro y fuera de su territorio, como podrán comprender las víctimas de Bali. Pero no creo que el camino emprendido sea eficaz para conseguirlo.

Yo no estoy en la corriente de rechazo a Estados Unidos, que aumenta, como hace treinta años, con la guerra de Vietnam. Al contrario, estoy convencido de que la mejor tradición de Estados Unidos en el siglo XX es el punto de partida para un nuevo orden mundial. Pero esa tradición entronca con la Sociedad de Naciones y con la ONU, que, después de las dos guerras mundiales del pasado siglo, fueron creadas y puestas en marcha por los Estados Unidos.

Esa tradición pretendía limitar el unilateralismo de las potencias europeas que provocaron los conflictos mundiales. Pretendía acabar con las guerras preventivas decididas desde ese egocentrismo enfermizo unilateral de salvadores de no sé qué civilización. A esa tradición debemos apelar para evitar la deriva actual.

Y al reforzamiento de la inteligencia -hablo de los servicios, no de los mandatarios- con la coordinación de varios países que se declaran amigos. Porque no serán las armas clásicas, ni los ejércitos que las encarnan, las que nos libren de las amenazas del terrorismo internacional.

También recuerdo que en el epicentro de estas amenazas continúa un sangriento conflicto entre israelíes y palestinos. Nadie va a ganar esta guerra por el camino emprendido. Contra la visión simplista de que en toda confrontación hay ganadores y perdedores, la tozuda realidad enseña que hay algunos en los que todos pierden, o, si prefieren, en los que ninguno de los contendientes y de sus aliados reales o atribuidos ganan.

La crisis es mucho más política que económica. Los economistas de papel que han dominado las políticas, imponiendo ortodoxias contra las realidades sociales, podrían tener un periodo de reposo y algún que otro esfuerzo de humildad. La política debe recuperar el papel que le corresponde. La política debe organizar y dar sentido al espacio público que compartimos, desde lo local a lo global.

La crisis es de gobernanza, cada día más y más aguda. El Fondo Monetario Internacional puede imponer una votación a los diputados argentinos, aunque no tenga nada que ver con la crisis económica, pero no tiene credibilidad para representar su papel en la arquitectura económica y financiera de esta economía globalizada en su crisis. Los calificadores de riesgo, sin responder ante nadie, deciden mucho más que las instituciones creadas para enfrentar la crisis. ¿Son mejores que los auditores de las compañías con contabilidades truculentas?

Los ahorradores han pagado una parte sustancial de la crisis en los países desarrollados. Los consumidores, en los países emergentes. Si les tocara el turno a las entidades financieras, su profundidad y duración serán incalculables.

Las prioridades gritan a los responsables gubernamentales -amenaza terrorista y crisis económica mundial-. Éstos están distraídos. O nos distraen. Reclamemos su atención.

Felipe González es ex presidente del Gobierno.

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