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Oryx niega conocer ilegalidades en Zimbabue

Con respecto a los artículos aparecidos en EL PAÍS de los pasados 29 y 30 de septiembre, ONR afirma:

'Oryx Natural Resources (en adelante, ONR) y sus administradores desconocen las supuestas actividades ilícitas del Gobierno de Zimbabue y/o Robert Mugabe y/o su 'banda'. En consecuencia, ni ONR ni sus directivos se encuentran en posición de poder desmentir ni confirmar las alegaciones genéricas efectuadas en los referidos artículos respecto de la corrupción de Mugabe y el Gobierno de Mugabe.

Sin embargo, ONR sí puede demostrar que ni ella ni sus administradores / directivos se encuentran involucrados en actividad ilegal alguna, ni en las alegadas en los artículos de EL PAÍS ni en ninguna otra. Además, ONR puede confirmar la identidad de 'Alí' y 'Moses', a quien el autor de dichos artículos califica como sus principales fuentes de información: ambos son ex empleados de ONR, contra los que ésta se ha querellado por estafa. Uno de ellos, un antiguo soldado que fue deshonrosamente expulsado de las SAS, tiene antecedentes criminales en Inglaterra; el otro fue desahuciado en julio de 2002, por orden de la High Court of Justice de Inglaterra y Gales, de la residencia en Londres de un administrador de ONR que había ocupado ilegalmente.

ONR no mantiene relaciones comerciales con Robert Mugabe, ni con ningún miembro de su familia, ni con Emmerson Mnangagwa, Vitalis Zvinavashe, Sidney Sekeremayi o el Gobierno de Zimbabue. Ni tampoco conoce ONR, ni ninguno de sus administradores, al individuo descrito en el artículo de 29 de septiembre como 'Alphonse'.

Los artículos contienen un conjunto de acusaciones concretas, graves, contra ONR y Thamer al Shanfari. Todas ellas son falsas.

1. Ni ONR, ni sus administradores han estado, ni ahora ni nunca, involucrados en el tráfico ilegal de divisas a Zimbabue. No han efectuado donaciones en efectivo (ni de otro tipo) a Mugabe, ni al partido político Zanu PF, Grace Mugabe, Emmerson Mnangagwa, Vitalis Zvinavashe o Sidney Sekeremayi.

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Dado que no había sistema bancario en la República Democrática del Congo, ONR transportó a ésta dinero en efectivo, vía Zimbabue, para atender al pago de los salarios de sus 1.200 empleados y gastos generales de su mina en Mbuji-Mayi. Como reflejan las cuentas anuales de ONR, junto con los correspondientes documentos legales y bancarios, todo el dinero en efectivo fue directamente a la mina operada por ONR. La transferencia del dinero efectivo se efectuó con estricto cumplimiento de la normativa legal correspondiente.

2. La producción de diamantes de ONR no está, ni ha estado nunca, en el ámbito de lo que se define como 'diamante de conflicto'. Ni ONR ni sus administradores están involucrados en la producción, comercio o venta de diamantes de conflicto.

3. Es falso que durante las últimas semanas la cantidad de mineral extraído de la mina de Mbuji-Mayi haya sido mínima. ONR ha extraído más de 186.481 quilates de diamantes en esa mina en los últimos tres meses.

4. Es falso que EL PAÍS no hubiera recibido los comentarios del señor Al Shanfari sobre las acusaciones formuladas contra él en el artículo del 29 de septiembre antes de que éste fuera impreso.

Únicamente dos de las muchas acusaciones formuladas contra ONR y el señor Al Shanfari en ese artículo fueron sometidas por EL PAÍS a los comentarios del señor Al Shanfari, pero EL PAÍS omitió situar las preguntas en el contexto relevante.

Todas las acusaciones sometidas a la consideración del señor Al Shanfari fueron respondidas antes de que el artículo fuera impreso. Esta respuesta se llevó a cabo de cuatro maneras: por medio de una carta enviada a EL PAÍS y al señor Carlin; por medio de numerosas conversaciones telefónicas entre Geoffrey White, de ONR, y el señor Carlin; mediante un e-mail enviado por Geoffrey White al señor Carlin, y mediante dos cartas de los abogados de ONR a EL PAÍS (la última de las cuales fue enviada en la tarde del viernes 27 de septiembre).

Thamer al Shanfari, ONR y sus administradores expresan su decepción, a la vista de cuanto antecede, sobre el hecho de que EL PAÍS haya publicado los dos artículos referidos, que rechazaron en su integridad que sólo han servido para dañar seriamente la reputación de ambos de manera injusta y carente de fundamentación.

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