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El CSIC logra en Cádiz la primera reintroducción mundial de crías de águila imperial

Los cuatro polluelos de águila imperial reintroducidos en la comarca de la Janda (Cádiz) al poco de nacer en Sierra Morena, ya han echado a volar. Sus vuelos de tanteo en torno a su hogar artificial han demostrado a los científicos del CSIC y la Junta de Andalucía que la primera fase del programa de reintroducción del águila imperial en la comarca ha sido un éxito. No extrañan el nido. No perciben el engaño. Es la primera experiencia mundial en crianza aplicada a esta especie emblemática, en peligro de extinción en España. Sólo quedan 150 parejas distribuidas por el sistema Central, los Montes de Toledo, Sierra Morena y Doñana.

A pesar de su estampa emblemática -véanse los escudos que adornan las banderas-, en los últimos años ha caído víctima de los venenos y de la fiebre coleccionista. 'En la provincia de Cádiz hay más águilas en museos y salones que volando', dice Agustín Madero, coordinador del programa para la conservación del águila imperial de la Junta de Andalucía. 'En los años 50 los cazadores británicos acabaron con las que quedaban en la provincia', añade.

La construcción de la autovía Jerez-Los Barrios ha echado una mano al rescate de este especie. Las compensaciones ambientales que se han exigido a cambio de su construcción han liberado cuantiosos medios para la reintroducción del águila imperial. Gracias a estas compensaciones, el CSIC, de la mano de Miguel Ferrer, en colaboración con la Junta de Andalucía, ensayan su reintroducción en un territorio que hace años era suyo.

Tanteos

A principios de junio se tomaron cuatro pollitos (dos hembras y dos machos) de sus nidos en Sierra Nevada y se colocaron en La Janda, donde esta especie ha desaparecido, en nidos artificiales que simulaban el de origen. Este sistema denominado haking se aplica en aquellas especies que memorizan su nido de nacimiento y retornan a él a la hora de criar. Los polluelos son alimentados artificialmente por la noche y sus evoluciones son seguidas a través de un emisor, colocado en su lomo, desde las 6 de la mañana hasta las 12 de la noche.

El seguimiento por radio y la observación directa ha permitido ver los vuelos de tanteo de los polluelos, cómo han capturado a su primera presa viva, cómo evolucionan. Esta semana han empezado a volar, a 'ciclear', a ensayar sus alas, todavía incipientes. Madero dice que a los 130 días dejarán de regalarles la comida, como harían sus padres naturales.

La reintroducción del águila no es cosa de semanas. Durará diez años. Si sale bien habrán multiplicado por tres las posibilidades de recuperación de la especie, según los modelos que manejan Madero y sus colaboradores. No será fácil. Aspiran a recrear la mayor población del mundo de un ave singular, capaz de vivir 25 años y hacer un recorrido de 400 kilómetros de ida y vuelta a su nido en un solo día.

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