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Una crisis para recobrar la iniciativa política

El presidente refuerza a Rajoy, realza el papel de Acebes, Arenas y Zaplana y se libra de los ministros más 'quemados' en los días previos al debate sobre el estado de la nación

José María Aznar hizo honor ayer a su fama y ejecutó en unas pocas horas con la máxima presteza y discreción la mayor crisis jamás planteada hasta ahora en su Gabinete. Por sorpresa, como hace siempre, y a contracorriente de los rumores que suelen acompañar a los analistas en los periodos preestivales. El comportamiento de Aznar siguió muchas de las pautas de su reconocido carácter poco locuaz, pero fue inusitado por la trascendencia de la remodelación, que refleja el reconocimiento de varios problemas políticos en el Gobierno. También es insólita por el momento elegido para resolverla, a sólo cinco días del debate sobre el estado de la nación. El presidente sigue sin dar pistas decisivas sobre la incógnita de su sucesión, aunque hay figuras que salen un poco más reforzadas de este terremoto.

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- Rajoy recupera la labor de coordinar la política del Gobierno. El gallego Mariano Rajoy nunca sale dañado de estos ajustes aplicados por Aznar. Ha sido ministro de cuatro carteras diferentes. Es vicesecretario general del PP y uno de los aspirantes más anónimos a la sucesión. Pero Rajoy había relegado casi por completo su labor de coordinador del área política del Ejecutivo desde que Aznar le encomendó hace algo más de un año, junto a la vicepresidente primera, la cartera de ministro del Interior que había dejado vacante Jaime Mayor Oreja. Rajoy se afanó entonces a comprender el fenómeno terrorista, armó su propio discurso sobre la cuestión vasca y construyó un estilo diferente de gestionar un departamento siempre tan complicado y conflictivo. La falta de Rajoy en la coordinación política del Gobierno se notó desde el primer momento. Y más cuando se empezaron a desbordar las recurrentes críticas al estilo de trabajo del portavoz del Ejecutivo, Pío Cabanillas. Rajoy deja ahora el día a día del Ministerio del Interior al ministro Ángel Acebes, al que algunos atribuyen la eficacia, laboriosidad y discreción de Aznar. Rajoy retoma el puesto futbolístico de pivote. Esa será su función primordial como nuevo ministro de Presidencia, en el entorno más directo de Aznar, y como portavoz tras los Consejos de Ministros.

- Acebes, ante el reto más duro. Al margen de los juegos de bromas en público que tanto entretienen a Aznar para despistar y desorientar a los periodistas, como insinuar su predilección por Ángel Acebes hace una semana con motivo de su 44 cumpleaños, el hasta ahora ministro de Justicia está entre los elegidos. Fue el coordinador general del PP que Aznar dejó en la sede central de Génova en 1996 cuando Francisco Álvarez Cascos se quedó como secretario general, le nombró ministro de Administraciones Públicas en 1999, le ascendió tras las elecciones de 2000 a ministro de Justicia y ahora le encarga el Ministerio más importante para la política antiterrorista del Gobierno. Aunque aún no es un experto en materia antiterrorista, el ministro de Justicia ha realizado un cursillo especializado durante los últimos meses para la elaboración de la polémica Ley de Partidos Políticos que persigue la ilegalización de Batasuna. Acebes ha participado junto a Rajoy durante este año en múltiples reuniones con sus colegas europeos para acelerar un buen cupo de reformas legales contra el terrorismo.

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Acebes es el presidente del Comité Electoral Nacional del partido, que supervisará la confección de todas las listas en los próximos años, incluso de cara a las elecciones de 2004 cuando esté resuelta la sucesión de Aznar. Cuando el presidente tiene un agujero, recurre a Acebes.

- Zaplana se presenta en Madrid, arropado y sin abandonar su feudo. El presidente de la Generalitat Valenciana hace tiempo que cuida su imagen pública y sus apariciones políticas en Madrid. El PP intentó que olvidase su promesa de no repetir un tercer mandato en su región en mayo de 2003 y se tropezó con muchos reparos. Zaplana quería ser ministro y no en un futuro muy lejano, que observa fuera de la política. Creía que su etapa valenciana estaba superada. El presidente ha rescatado a Zaplana, además, para enfrentarse seguramente al periodo más convulso de enfrentamientos sociales con los sindicatos y tras la reciente huelga general. Ante una oposición política de los sindicatos, Aznar quiere un perfil de ministro de Trabajo con más peso político. Zaplana ha elegido a su sucesor, Francisco Camps, y se queda con el control del poder en su importante feudo valenciano. Zaplana dispone de ascendente sobre otros dos ministros, Jaume Matas y José María Michavila.

- Arenas vuelve al Gobierno sin dejar la dirección del partido. El secretario general del PP estaba ayer feliz, reafirmado y con la sensación de poder jugar más papel aún en el futuro. En 1999, cuando dejó el Ministerio de Trabajo, pasó unos meses desorientado. Padeció el síndrome del ex ministro. Le faltaba el acta de diputado y la información directa de los Consejos de Ministros. En este periodo, sin embargo, ha ahormado su equipo sin casi fisuras en el PP y ha cumplido el encargo añadido de hacer de portavoz del partido y del Gobierno casi todos los días en sus múltiples apariciones. Su ritmo de trabajo ha sido desenfrenado. A partir de ahora compaginará la dirección del PP con un Ministerio que intentará estructurar los mensajes sobre asuntos tan trascedentes como el País Vasco, el Estado de las Autonomías, la segunda descentralización y el Pacto Local.

- Otros cambios electorales. La crisis abierta ayer por Aznar no se cerrará hasta febrero o marzo de 2003, poco antes de las próximas elecciones municipales y autonómicas. Entonces, el PP programará convenciones específicas para proclamar candidatos al ministro Jaume Matas para Baleares y Josep Piqué para Cataluña. En este último caso, si la situación política no varía antes.

Eduardo Zaplana, en su coche, a la salida de su reunión con el presidente del Gobierno.
Eduardo Zaplana, en su coche, a la salida de su reunión con el presidente del Gobierno.SANTIAGO CARREGUÍ

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