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Reportaje:

¿Moribundos o clandestinos?

Las 'familias' de la mafia de Nueva York se han difuminado en los últimos años

Guillermo Altares

Con John Gotti ha muerto una época de la mafia de Nueva York; pero el acta de defunción se firmó mucho antes de que este capo implacable de la familia Gambino falleciese el lunes en una prisión de Springfield. 'La mafia neoyorquina ya no es tan poderosa ni tan influyente como solía ser', ha escrito Joe Capeci, antiguo periodista especializado en la mafia, que tiene una web -www.ganglandnews.com- que consultan desde los agentes del FBI hasta los chicos listos. John H. Davis, autor de una historia de la familia Gambino (La dinastía mafia), cree que 'el crimen organizado continuará existiendo; pero la antigua hermandad de los amici del sur italiano, la Cosa Nostra, está condenada'.

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El proceso contra Gotti dejó al descubierto el verdadero rostro de la mafia, que no tiene nada que ver con las tragedias shakesperianas de Coppola: ese tipo ordenó partir en pedazos con una sierra eléctrica a un vecino, John Favara, que atropelló por accidente a su hijo. El juicio de Gotti también desveló su principal debilidad: la gente había empezado a cantar.

Los tiempos en los que el FBI de John Edgar Hoover hacía la vista gorda pasaron a la historia cuando un joven fiscal de Nueva York, que llegaría a la alcadía, Rudolph Giuliani, aplicó la ley RICO (Organizaciones Influidas por Gánsteres y Corruptas) en el distrito sur de Manhattan. Los mafiosos empezaban a enfrentarse a condenas largas y muchos decidieron hablar.

Uno de ellos, Salvatore, Sammy el Toro, Gravano, que trabajaba para la familia Gambino desde 1976, decidió acogerse a la ley de protección de testigos en 1991 y dio un golpe devastador a la mafia, el mayor de su historia, que acabó con el encarcelamiento de Gotti. Fue mucho peor que el de Joe Valachi en 1963. La Cosa Nostra nunca se recuperó.

'Los iniciados son menos numerosos que antes, los jefes van a prisión, el fenómeno de los arrepentidos afecta a todas las grandes familias', ha escrito el magistrado Thierry Cretin, un experto francés en redes criminales, en el libro Mafias del mundo.

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Tanto en los negocios tradicioles de la mafia (juego, robo a gran escala, construcción, distribución...) como en los nuevos (drogas y prostitución), la mafia italiana se encuentra con una competencia cada vez más dura de las organizaciones rusas, colombianas o chinas. Una prueba de que las cosas no van bien es un informe reciente del FBI en el que señalaba que las cinco grandes familias de Nueva York tienen problemas de personal: entre enero de 2000 y enero de 2001, la cifra de chicos listos bajó de 634 a 570. Según The New York Post, 'han abierto los libros' porque necesitan nuevos miembros.

Aunque algunos expertos tienen otra explicación para esta supuesta decadencia: se trata de una apuesta por la discreción esperando a que vengan tiempos mejores. 'No hay que olvidar la formidable capacidad de adaptación de las mafias, que se cierran sobre sí mismas cuando las cosas van mal. Y eso es lo que parece que están haciendo las grandes familias de Nueva York al reforzar su clandestinidad', dijo el magistrado Thierry Cretin.

Sammy Gravano (centro) y John Gotti salen de un club de Nueva York.
Sammy Gravano (centro) y John Gotti salen de un club de Nueva York.REUTERS

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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