Inagotable intensidad
Frank Auerbach. Pinturas y dibujos reúne una veintena de obras del pintor británico, aunque nacido en Berlín en 1931, siendo trasladado de niño a Londres, su definitivo lugar de residencia. Hasta hace poco se podía contemplar en la Royal Academy de Londres una retrospectiva de Auerbach, con notable éxito de crítica y público, debido seguramente no sólo a la indiscutible calidad del artista, sino al hecho de ser él uno de los más conspicuos representantes de la Escuela de Londres, ese grupo de amigos formado por Francis Bacon, Lucien Freud, Leon Kossof, entre otros. También conviene recordar que, en 1987, hubo otra gran retrospectiva de Auerbach en el Museo Reina Sofía, la primera exhibición relevante de su obra en nuestro país. Lo que ahora se nos ofrece en la galería Marlborough es una selección de la obra última de este pintor, lo cual es un acontecimiento con lustre propio, que no debe quedar aplastado por el barullo del reciente Arco.
FRANK AUERBACH. PINTURAS Y DIBUJOS
Galería Marlborough Orfila, 5. Madrid Hasta el 9 de marzo
Auerbach no es sólo uno de los grandes artistas europeos en activo, sino de una estirpe valiosísima de pintores-pintores, cuyo mérito no se ciñe al hecho de haber permanecido fieles a una práctica cada vez más en desuso. En efecto, al margen de esta encomiable obstinación, que se permiten los mejores, la forma de concebir y practicar la pintura de Auerbach enlaza con una tradición moderna, cuya genealogía él mismo ha descrito como la cadena que retrospectivamente va de David Bomberg, su maestro, hasta Sickert, Whistler, Degas, Ingres, David, y, así, todavía más atrás, hasta los grandes maestros antiguos, entre los que hay que contar, de manera especial, con Rembrandt. Se trata, en definitiva, de la genealogía histórica del pictoricismo moderno, la de los grandes degustadores de la materia y de lo táctil, la mayor parte además encuadrables dentro de una corriente expresionista. Casi todas estas características pueden aplicarse a otros miembros de la Escuela de Londres, cuya complicidad, sin embargo, no supuso pintar con una fórmula común. En el caso de Auerbach, hubo y hay mucho de la forma de pintar del expresionismo abstracto, no sólo del americano De Kooning, sino también de los COBRA europeos, estos últimos, como nuestro pintor, más fieles a la tradición figurativa. Temáticamente afincado en el retrato, Auerbach también ha trabajado la figura humana y el paisaje, aunque lo importante en él es su increíble manera de empastar la materia, de asombroso relieve, que luego cobra una superficie final bronca y arriscada, sin que su densidad y turbulencia dejen de someterse a la bravura de vigorosas pincelas gestuales que la hacen restallar dramáticamente.
Aunque de forma quizá menos compacta y profunda, el Auerbach actual sigue regodeándose en la riqueza fosforescente de la materia, cuya presencia física es signo de lo que realmente le importa a su autor: la pintura como vehículo de la intensidad. La presente selección de obras de Auerbach en Madrid tiene el acierto de completar el muestrario de las pinturas últimas con algunas referencias del pasado, entre las que hay ejemplos de su mejor retratística, así como de la maravillosa serie de paisajes urbanos tomados desde su estudio londinense, lo cual convierte esta cita en imprescindible.
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