Mayores, ¿para qué?
En uno de sus recientes anuncios publicitarios, Caja Madrid presume de tener la plantilla más joven de España. Los bienpensantes nos cuidamos muy mucho de que se nos ocurra la idea de que esto puede tener algo que ver con que los jóvenes trabajan más por menos dinero (y encima lucen más guapos), o, lo que es lo mismo, esa conocida tendencia de nuestro empresariado a acudir a un mercado laboral saturado de oferta de mano de obra joven para sacar tajada. En otro de sus spots la entidad financiera nos presenta la patética imagen de un anciano torpe y confuso, que cumple desaliñadamente con su labor como hombre del tiempo. La cuestión, en este caso, es si quieres trabajar hasta llegar a viejo.
No lo entiendo, que esta sociedad acepte mensajes que son brutales y probablemente ofensivos para muchos y muchas, y que tengamos que creernos que son deseables. No es compatible la ley de la jungla con el bienestar. Tal vez preferiríamos la sinceridad. En su próxima campaña publicitaria podrían proponer la eugenesia social, no vaya a ser que a uno se le ocurra envejecer y piense que merece un poco de respeto. Son muchos los beneficios para tener tan pocos escrúpulos. Por cierto, que yo sólo tengo 30 años.
