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Goma queda sepultada por la lava

Decenas de miles de personas vuelven a la ciudad congoleña para hallar sus casas destruidas

Decenas de miles de congoleños han emprendido el camino de vuelta desde Gisenyi (Ruanda), adonde huyeron tras la erupción, el jueves, del volcán Nyiragongo, que partió en dos la ciudad de Goma, a pesar del riesgo que existe, según los vulcanólogos, de otra erupción. 'La gente quiere recuperar sus casas y cuando llegan se encuentran que las ha devorado la lava', dice por teléfono desde Goma Patxi Otondo, de la congregación de los padres blancos, que lleva 34 años en Congo.

La boca del Nyiragongo se ha roto en tres ríos de lava. El mayor de los tres, que anoche aún avanzaba lentamente hacia el lago Kivu, ha engullido a su paso por Goma, una ciudad de medio millón de habitantes, cuatro barrios completos y ha separado el este del oeste por una muralla que en algunos puntos alcanza los dos metros de altura. 'Más de 10.000 casas han quedado destruidas, al igual que el mercado central y la sociedad que abastece de agua, por lo que el hambre, y sobre todo la sed, comienzan a hacer estragos en esta castigada población', afirma Otondo.

La violencia y la guerra han convertido la zona en un tremendo cementerio
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Numerosas ONG han acudido ya en ayuda de los más de 300.000 desplazados a Gisenyi, que cooperan con las autoridades de Ruanda para levantar dos campos de acogida a una treintena de kilómetros al Este de esta ciudad.

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'De momento estamos instalando puntos de agua, depósitos con tuberías y conexiones seguras, de manera que no se contaminen, porque el acceso al agua potable es el mayor problema que tienen tanto los desplazados como los que se han quedado en Goma', señala, también por teléfono desde Gisenyi, Mónica Castellarnau, de 29 años y coordinadora de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Congo. Precisamente durante la conversación con Castellarnau una réplica del volcán vuelve a sacudir con virulencia y el temblor de tierra se percibe con nitidez en esa zona de Ruanda.

Aunque, según el vulcanólogo congolés Dieudonné Waffula, el Nyiragongo ya ha lanzado su reserva de lava, estimada en unos 200 millones de metros cúbicos, las sacudidas sísmicas que se repiten con mayor o menor intensidad desde el mediodía del viernes hacen temer una nueva erupción del volcán.

El único río de lava que aún permanece activo se acercaba anoche peligrosamente al lago Kivu, que abastece de agua la región, en donde viven más de un millón de personas. Pero el Kivu tiene también enormes reservas de gas metano, y los expertos temen que la penetración de la lava en el Kivu desate una explosión de consecuencias inimaginables, además de la catástrofe que supone la contaminación de sus aguas.

'Nosotros no podemos impedir el movimiento de la población, pero, evidentemente, nos preocupa que la gente vuelva a Goma, porque allí los riesgos de una nueva erupción del Nyiragongo, que no les permita volver a escaparse, o de una explosión en el Kivu, son mucho mayores', añade Castellarnau.

En las calles devastadas de Goma la gente llora con lo poco que pudieron salvar aún a cuestas. 'La gente que se ha quedado sin casa se refugia en las casas de familiares o amigos. La lava se ha enfriado ya por algunas zonas y muchos son los que se atreven a caminar sobre ella para buscar a los suyos', destaca el misionero Otondo, de 59 años, que colabora con Cáritas Internacional.

Las calles de Goma comenzaron a llenarse ayer de gentes que volvían. Deambulaban como sonámbulos por una pesadilla, con los ojos enrojecidos por el humo de la lengua de fuego que había calcinado buena parte de la ciudad. Muchos se protegían de las emanaciones de gas y de la humareda con pañuelos húmedos. Las pequeñas explosiones o un movimiento inesperado de la lava, aún blanda, desataba escenas de pánico entre la gente.

Hasta anoche, las víctimas mortales de esta nueva tragedia eran 45, aunque no se descarta que bajo la lava hayan quedado sepultadas algunas personas. Sólo cuando vuelva a reinar la calma en la zona podrá saberse con exactitud el número de muertos.

'Afortunadamente, es una catástrofe a nivel de destrucción de casas, no de vidas humanas, pero no deja de ser un horror, porque más de 50.000 personas se han quedado sin hogar, sin nada', señala Otondo.

La lava ha cruzado la pista del aeropuerto de Goma y lo ha dejado inservible. Los primeros aviones cargados con ayuda humanitaria que han entregado diversos Gobiernos europeos a las ONG aterrizan en Gisenyi y en Kigali, capital de Ruanda, situada a sólo tres horas por carretera de la frontera con Congo.

MSF trabaja también estrechamente con las autoridades sanitarias de la zona ante el temor a un brote de cólera. 'Ésta es un área montañosa, por lo que el hacinamiento de la población dispara el riesgo de una epidemia de cólera', indica Castellarnau.

'Sin duda, nos encontramos ante una tragedia natural, pero hay que tener en cuenta que todo esto se agrava porque Congo lleva tres años y medio de guerra; de una guerra que se ha cobrado entre dos millones y medio y tres millones de muertos', señala Otondo, que lleva un año destinado en Goma.

Asentada en las faldas del volcán Nyiragongo, del que la separan una decena de kilómetros, Goma recuerda a una ciudad maldita. En 1977, otra erupción del volcán ocasionó en apenas media hora más de 2.000 muertos. Pero cuando Goma se situó en las portadas de toda la prensa internacional fue en 1994, a raíz del genocidio que sacudió Ruanda y que convirtió esta ciudad fronteriza del entonces Zaire en un gigantesco campo de refugiados. Los brotes de violencia y la guerra han convertido sus alrededores en un tremendo cementerio.

Según el enviado de la Agencia France Presse, durante la pasada noche hubo acciones de pillaje. Escaparates, ventanas y puertas rotas daban testimonio de los robos. En las aceras quedaban los restos del pillaje en forma de botellas vacías y cajas de caudales reventadas.

'La situación es dramática, nunca pensamos que lo peor podría llegar, pero ha llegado', lamentó el líder opositor congolés, Azarías Ruberwa.

Un vecino de Goma observa cómo la lava ha inundado la calle principal de la ciudad.
Un vecino de Goma observa cómo la lava ha inundado la calle principal de la ciudad.REUTERS

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