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LA GUERRA DEL SIGLO XXI

Una jornada de estudio y oración en Dar ul Ulum

Ángeles Espinosa

El día empieza temprano en Dar ul Ulum. Antes de las cinco y cuarto de la madrugada, los estudiantes ('talibán', en la lengua local) se levantan para la primera plegaria, el fajr. El resto de la jornada está consagrado al estudio del Corán.

La vida en la madraza es espartana. Después del primer rezo y la lectura del Corán, los internos desayunan un vaso de té y una pieza de pan. A las siete y cuarto se inician las clases.

Cuarenta profesores instruyen a los alumnos en árabe, caligrafía, el Corán, los hadith (dichos del profeta) y las escuelas de pensamiento del islam.

A mediodía se interrumpe el estudio para rezar el sohur, y luego, los estudiantes disponen de un descanso para el almuerzo. No hay un gran comedor colectivo. Cada cual recoge su comida en una ventana de la cocina y comparte ese momento con los compañeros de su elección.

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La cuna de los estudiantes islámicos

Carne, verduras y arroz

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La comida es modesta. Un plato único que cambia cada día, pero que básicamente se compone de carne, verduras y arroz, con su correspondiente pan ácimo.

A las dos de la tarde se vuelve a clase, hasta la llamada del almuédano para la oración del asr, a eso de las cinco.

Después, los pupilos disponen de tiempo libre para practicar algo de deporte: críquet, fútbol u otros juegos.

'El ejercicio también es necesario para la yihad', justifica a su vez Hafez ul Haq, 'y es bueno para los estudiantes'.

Sin embargo, desde el día de los atentados se ha reducido la actividad deportiva. En su lugar 'debaten la situación, leen los periódicos o escuchan la BBC'.

No hay aparatos de televisión en Dar ul Ulum. 'No está prohibido que vean las noticias, y lo hacen cuando salen de aquí, pero no la utilizamos como entretenimiento', explica el profesor quitando importancia a su conocida oposición a ese medio de comunicación.

Las instalaciones de la madraza son monacales. Las habitaciones carecen de muebles. Alguna de las aulas está instalada en un piso a medio construir. La cocina, con su suelo de tierra, sus ollas antediluvianas y su horno de barro para el pan, parece una imagen de una película de ambiente medieval.

La llamada al maghreb marca el inicio de un nuevo periodo de estudio. Es tiempo de hacer los deberes o de asistir a alguna clase de última hora. Luego, la cena, el rezo de la isha y a dormir.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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