Los riesgos de la polimedicación
Alrededor del 20% de las personas mayores de 65 años toma más de cinco fármacos cada día
El problema de la polimedicación y la interacción entre fármacos afecta sobre todo a los ancianos. Alrededor del 20% de los mayores de 65 años toma más de cinco pastillas diarias, según la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFYC). El aumento de la esperanza de vida incrementa el número de enfermedades crónicas que hay que mantener controladas con fármacos, pero el riesgo de interacciones entre los medicamentos se incrementa cuando se toman más de cinco cada día. Los casi diez años de estudios que cuesta llevar un medicamento a la farmacia no consiguen detectar las incompatibilidades con otros fármacos o los efectos secundarios que afectan a poca gente.
Cuando se toman dos fármacos, el riesgo potencial de interacción entre ellos es del 6%. El porcentaje se eleva al 50 si se toman más de cinco
Ni una, ni dos, ni tres, ni cuatro. Leonor, de 65 años, se tomaba cinco pastillas antes de cada comida. '¿Cómo sabe cada píldora dónde tiene que ir?', preguntaba admirada su amiga ante tal despliegue de formas y colores.
Al margen de la anécdota, la cuestión que planteaba esta señora a su amiga polimedicada no es baladí. A veces, los fármacos combinados no 'van donde tienen que ir', no cumplen el efecto deseado. Las interacciones entre medicamentos pueden resultar nocivas al disminuir su eficacia o al empeorar sus efectos secundarios. 'Cuando se toman dos fármacos, el riesgo potencial de interacción es del 6%, pero el porcentaje se eleva al 50% cuando se toman más de cinco', afirma Juan de Dios Alcántara, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFYC). 'La filosofía de la sociedad de consumo afecta a la salud. Hoy creemos que todo se soluciona gastando dinero y, por tanto, que comprando medicamentos nos curaremos. Además, el nivel de tolerancia del dolor es muy bajo, queremos desterrar el sufrimiento y el medicamento para muchos es la panacea. Pero no sólo tenemos que añadir años a la vida sino vida a los años, y hay que dudar de que pasado un número de medicamentos aumente la calidad de vida', añade.
Las interacciones, así como los efectos adversos de un fármaco que afectan a un porcentaje muy pequeño de la población, son muy dífíciles de detectar antes de que el medicamento salga al mercado e incluso mucho tiempo después. Un ejemplo reciente lo encontramos en los fármacos para combatir el colesterol retirados del mercado cuyo principio activo es la cerivastatina que al interaccionar con otro, también para el colesterol, el gemfibrocilo, produce rabdomielosis, una destrucción del músculo. Uno de ellos, el Lipobay del laboratorio Bayer, ha destapado más de 1.100 casos de personas que sufren sus efectos adversos, la mayoría enfermos polimedicados.
Las interacciones que sí podemos evitar son las que se producen entre los fármacos y el tabaco, o el alcohol con el que casan mal el 50% de los medicamentos.
Once pastillas al día
Al problema de las interacciones se añaden las equivocaciones a la hora de tomar una batería de pastillas, más frecuentes en los ancianos con déficits sensoriales. Y precisamente son las personas mayores las que más se polimedican: 'Alrededor del 20% de los mayores de 65 años toma más de cinco medicamentos', puntualiza Alcántara, vicepresidente de la Sociedad Española de Médicos de Familia. El perfil del polimedicado es, según Pedro Mata, especialista en medicina interna de la Fundación Giménez Díaz, la persona mayor de 60 años, mujeres con frecuencia, con hipercolesterolemia, problemas cardiovasculares, artrosis y diabetes. En España el 18% de la población tiene el colesterol elevado, el 20% son hipertensos y el 4% padece diabetes.
José, de 80 años, recuerda perfectamente que toma 11 pastillas al día, pero tiene que hacer algún esfuerzo para explicar para qué sirve cada una de ellas. Poco a poco va desgranando su rosario de píldoras: 'tres para la hipertensión, tres para el corazón, una para el colesterol, un anticoagulante, otra para los mareos..., y una entera y dos medias para la diabetes'. A José lo han ingresado tres veces y va al ambulatorio cada 15 días.
La polimedicación afecta a las sociedades desarrolladas donde la esperanza de vida es cada día mayor: 75 años los hombres y 80 las mujeres. Y a más ancianos más personas con enfermedades crónicas que precisan medicación constante para mantenerlas controladas. 'Entre el 20 y el 30% de los pacientes de la Seguridad Social consumen el 90% de los recursos del sistema sanitario', afirma Alcántara, médico de familia, que subraya la importancia de estos especialistas para evitar las interacciones que produce la polimedicación. 'El cardiólogo o el neurólogo, por ejemplo, recetan lo que creen conveniente, pero a veces se les escapa si el paciente se medica por otros motivos. El médico de familia conoce el estado de salud general del paciente. Con medios, nosotros podemos controlar el 90% de los problemas con un menor coste y de manera más eficiente, mientras que los otros especialistas se ven obligados a hacer un estudio en profundidad más costoso. Pero el paciente tiene que confiar en nosotros. Hay que dedicarles tiempo a los ancianos y mentalizar a las familias'.
El diseño de los envases tampoco ayuda a las personas mayores a acertar con la pastilla que toca. Amparo, de 75 años, saca las cinco píldoras que tiene que tomar diariamente y las coloca en un tarro de cristal de boca ancha que tiene en su mesilla de noche 'bien visible'. Así, no se equivoca. Dos para la circulación, una para la diabetes, la tensión y los huesos. El médico quiere que tome un protector de estómago pero si no le duele 'me lo salto', afirma.
El problema de la polimedicación se agrava con el de la automedicación. Es muy común en España medicarse sin la autorización del médico tanto por exceso como por defecto. 'Entre el 6 y el 20% de las recetas no llegan a las farmacias y sólo un tercio de los pacientes cumplen las instrucciones del médico', afirma Alcántara. 'Se ha comprobado que el 55% de los hipertensos no siguen el tratamiento correctamente. Lo mismo sucede con el 65% con úlcera', añade. Según la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), el 30% de los españoles se automedica con antibióticos.
Para muchos los fármacos serán la panacea, pero la realidad es que, según Emilio Vargas, del departamento de farmacología clínica del Hospital Clínico de Madrid, aunque sacar un fármaco al mercado conlleva una investigación de hasta diez años, 'los ensayos clínicos se hacen con unas 3.000 personas, por lo que detectar una reacción adversa a un fármaco que aparece sólo en una de cada 20 personas es muy difícil y si se detectara no podríamos saber cuál es la causa de que algo marche mal. Los participantes en el ensayo no han tomado ningún otro medicamento, por lo que las interacciones también se detectan mal. Además, por razones éticas se excluyen a niños y ancianos en los que se desconoce el efecto real del fármaco. Tampoco podemos conocer reacciones adversas que aparecen cuando se toma un medicamento mucho tiempo. El fármaco sale al mercado si la relación eficacia-seguridad es aceptable'.
Medicamento vivo
Pero aunque el medicamento llegue a la botica, le siguen la pista.'Hay un sistema de notificación voluntaria para médicos y farmacéuticos; cuando detectan una reacción anormal lo deben comunicar a los servicios de farmacovigilancia de su comunidad autónoma que están coordinados con el servicio nacional y este a su vez con la Organización Mundial de la Salud. Esto enciende una luz de alarma. Si hay más de una interacción la alarma es seria. Entonces comienzas los estudios para cuantificar el riesgo', añade Vargas.
'El medicamento está vivo. Sus condiciones de uso cambian después de que salga al mercado', afirma Joan Serra, subdirector general de farmacia y producción sanitaria de la Generalitat de Cataluña. 'En 2000 se hicieron 1.247 notificaciones que describen 1.779 reacciones adversas; no son tantas si consideramos que en 1998 los españoles consumimos 848 millones de unidades de fármacos con receta y 154 millones sin ella', añade.
Una forma de controlar las posibles interacciones entre fármacos es la Tarjeta Sanitaria Individual (TSI). A partir del 1 de octubre será obligatorio en Cataluña ir con la TSI a la farmacia y allí se registrarán los medicamentos con receta médica. 'Es importante que el paciente colabore porque en la TSI no entrarán los medicamentos sin receta; debe informar al médico de todo lo que está tomando. También es crucial la mejora de los sistemas de información automatizados en atención primaria, que nos permiten trabajar de manera más eficiente'.
'En los últimos diez años en España se han retirado unos 20 fármacos. En el futuro la farmacología genética podrá predecir qué personas van a ser susceptibles de padecer un efecto adverso grave', afirma Mata, especialista en medicina interna. De momento, una buena salud pasa por consumir sólo los medicamentos necesarios. No fumar ni beber en exceso, una dieta sana y hacer ejercicio son las claves para prevenir las enfermedades crónicas que sobrevienen en la vejez. Y recuerde: ante cualquier duda sobre la pastilla que se toma, consulte con su médico de familia.
Amigo farmacéutico
'No somos simples expendedores de envases de colores', se queja una farmacéutica del centro de Madrid. 'Asesoramos a nuestros clientes desde qué tomar en caso de resfriado hasta cómo usar un aerosol. Casi siempre el médico les ha explicado la teoría, pero buscan en nosotros la demostración práctica', explica. Los farmacéuticos ya no fabrican médicamentos en la trastienda de sus boticas, pero tienen una importante labor sanitaria. Desde la Administración y desde la misma profesión se les insta a que contribuyan a explicar bien las cosas y a cumplir con la legalidad y no vender medicamentos con receta médica a las personas que no la tengan. Joan Serra, subdirector general de farmacia y producción sanitaria de la Generalitat de Cataluña considera que 'para conseguir un uso racional del medicamento hay que reforzar la comunicación entre pacientes, farmacéuticos y médicos'. En Cataluña, el 30% de las notificaciones de reacciones adversas de medicamentos, las hicieron el año pasado los farmacéuticos. Desde 1996 realizan esta labor.
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