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LA SITUACIÓN EN EL PAÍS VASCO

ETA descartó una nueva tregua tras las elecciones de mayo

En el cónclave, que no se reunía desde 1982, Antza abogó por la distensión

Los militantes de la banda terrorista ETA se han vuelto a reunir tras las elecciones del 13-M para celebrar una asamblea, algo inédito en las dos últimas décadas de vida de la organización. Y a diferencia de todas las asambleas realizadas por la banda armada desde la V-Asamblea, organizada en dos partes en diciembre de 1966 y en marzo de 1967, no se ha producido, al menos que se conozca, un cisma dentro de la organización. Todo lo contrario.

De hecho, según revela en la entrevista el consejero vasco de Interior, Javier Balza, la única voz de peso dentro del Comité Ejecutivo, órgano de dirección de ETA, que abogó por reinstaurar un 'marco de distensión' similar al de la tregua decretada por la organización en septiembre de 1988, fue el jefe del aparato político, Mikel Albisu, Antza. Sin embargo, Albisu volvió a obtener un fracaso similar al obtenido cuando la dirección de ETA, ya comandada por los nuevos valores en alza provenientes de la generación de la kale borroka como Javier García Gaztelu (jefe del aparato militar hasta su detención en Francia en febrero pasado), decidió acabar con el alto el fuego ordenado a sus comandos en septiembre de 1998.

Alejamiento de la sociedad Al ser interrogado por esa cuestión, Balza indica que Antza planteó en la reunión 'la preocupación' que existe en todo el magma social y político de la izquierda abertzale por el 'gran daño que hace la lucha armada', y de su consecuencia más inmediata: 'el alejamiento de la sociedad vasca' de los postulados, de las acciones y de los métodos terroristas empleados por ETA.

Pese a la poca información y poco diáfana que Balza asegura tener de la asamblea, celebrada en territorio belga, el desarrollo de la reunión fue 'difícil'. 'Se cuestionó qué futuro tiene un grupo cada vez más aislado y qué sentido tiene asesinar para conseguir objetivos políticos', cuando el aislamiento y el rechazo social a los métodos terroristas crece.

Es sintomático y revelador que ETA haya pasado por encima de ese alejamiento, constatado en las urnas el pasado 13 de mayo cuando su brazo político, Euskal Herritarrok (EH), perdió algo más del 40% de sus apoyos electorales y vio reducido su grupo parlamentario en la Cámara vasca de 14 a siete diputados.

Frente a la visión de Antza -precisamente uno de los dirigentes que cuestionó en 1998 las tesis mucho más favorables a decretar una tregua defendidas entonces por el también dirigente de la banda fallecido esta semana, José Luis Arrieta Zubimendi, Azkoiti-, Balza indica que, como siempre en ETA, 'el resto apostó por la radicalidad, la contundencia', algo que 'ha sido una constante' en la historia de ésta organización armada.

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La diferencia es que frente a las asambleas de ETA en las que había sectores enfrentados, primero por el control de la organización y también por la estrategia a seguir, la ETA de principios del siglo XXI aparece como una organización más cohesionada. Y no parece que puedan repetirse a corto plazo las escisiones protagonizadas, por ejemplo, en los años precedentes a la muerte de Franco con la división en milis y polimilis o la que se produjo en 1982, con la escisión entre séptimos, que terminaron por disolverse, y octavos, alguno de los cuales acabaron después en ETA Militar. Los efectos más inmediatos de la decisión de mantener la vía armada son los atentados, algunos de ellos indiscriminados, vividos en las últimas semanas. Algo que hace temer a las autoridades de Interior vascas y de Madrid, una ofensiva terrorista similar a la sufrida el verano pasado en toda España.

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