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Cumplir los acuerdos de Kioto le costará a la UE 615.000 millones de pesetas al año

Bruselas cree que la adaptación ambiental pondrá la tecnología europea al frente del mundo

Gabriela Cañas

Los acuerdos de Kioto obligan a la UE a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 8% en el plazo 2010-2012 con respecto a los niveles de emisión de 1990. Tal compromiso supone reducir en 340 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) equivalente(medida de los seis gases de efecto invernadero regulados en el Protocolo tomando como base el dióxido de carbono)las emisiones europeas y, según los últimos cálculos de los expertos, cada tonelada de menos que se emita cuesta un máximo de 20 euros. De ahí el resultado de los 615.000 millones de pesetas anuales; una factura que podría ser aún menor y que, en todo caso, supone el 0,06% del PIB comunitario.

'El mensaje clave de nuestro último análisis', dijo ayer la comisaria europea de Medio Ambiente, Margot Wallström, 'es que la UE puede lograr su objetivo de Kioto con unas medidas que no son muy caras y que el potencial técnico es el doble de lo que se necesita para lograr Kioto'.

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Estas afirmaciones contrastan con los últimos datos aportados por la Agencia Europea de Medio Ambiente, que concluían que la UE ha disminuido sus emisiones en un 4% respecto a 1990, pero que en 2010 esa reducción será sólo del 1%. A este respecto, Wallström mostró una opinión posibilista: 'Quizá este potencial no pueda lograrse a corto plazo, pero si aplicamos las medidas ya previstas y las que estamos planificando, conseguiremos cumplir con Kioto'.

Para España, el cumplimiento del Protocolo de Kioto implica no aumentar sus emisiones más de un 15% respecto al nivel de 1990, pero actualmente ese aumento de contaminación por gases de efecto invernadero está ya muy por encima del 20%.

Competitividad

Los análisis de la Comisión Europea vienen a demostrar que cumplir con Kioto no va a suponer una pérdida de competitividad de las empresas europeas, sino más bien lo contrario a largo plazo. Así lo expresó una experta del departamento de Medio Ambiente: 'Hay que tener en cuenta esa inquietud de la industria, pero creemos que no tendrá un efecto negativo, más bien al contrario. Si las empresas no adaptan su tecnología, se pueden quedar atrás, lo que ocurrirá a largo plazo. Incluso los estadounidenses reconocen que el cambio climático es una realidad y que hay que reaccionar; lo mejor es hacerlo cuanto antes. Así que Kioto es un motor determinante para la industria para hacer un uso de la energía más eficiente y desarrollar otras, como las renovables'. Esta misma línea argumental es la que defiende el director de la Agencia Europea de Medio Ambiente, Domingo Jiménez-Beltrán, que aseguraba recientemente en la presentación del informe anual de su departamento que los modos de producción de Estados Unidos, derrochadores de energía, corren el riesgo de quedar obsoletos a largo plazo.

El plan de acción medioambiental que la Unión Europea lanzará este fin de semana en el Consejo Europeo de Gotemburgo (Suecia), al que está invitado el presidente estadounidense George Bush, incluye importantes medidas para seguir en el camino de Kioto. Una de las propuestas más innovadoras es la retirada progresiva de las subvenciones al carbón. También se prevén nuevas normas medioambientales tendentes a reducir las emisiones, y antes de la reunión mundial sobre cambio climático de mediados de julio en Bonn, la UE desarrollará en Bruselas una sesión sobre este asunto.

En todo caso, Bruselas parece haber dejado de acariciar la idea de conseguir que Estados Unidos vuelva al redil de Kioto. La propuesta de Bush de financiar nuevos macroestudios sobre el cambio climático fue recibida ayer con frialdad y escepticismo en el Ejecutivo europeo.

Desconfianza

'No tengo nada en contra de esos compromisos voluntarios', dijo Wallström, 'pero no sé si se puede confiar en ellos. La fuerza de Kioto reside precisamente en que fija plazos y compromisos cuantificados que se van midiendo al cabo del tiempo. En cualquier caso, Europa debe demostrar que no sólo habla de Kioto, sino que lo pone en práctica sin hacer peligrar su bienestar económico. Espero que estos resultados alienten al Consejo de Gotemburgo a reiterar el compromiso europeo de Kioto, aunque EE UU se retire de este proceso. Está en juego nuestra propia credibilidad'. Romano Prodi se felicitó de que la presidencia sueca (de turno este semestre) haya fijado el desarrollo sostenible como prioridad de su mandato y aseguró que va a ser el centro del resto de las políticas comunitarias obligando a revisar desde las políticas de pesca hasta las de agricultura y transportes. 'Este objetivo debe impregnar toda la política sectorial', concluyó Prodi.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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