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Un señor de Barcelona

Francesc Valls

Joaquim Molins es un liberal catalanista que se acostó pensando que Convergència era moderada y se ha despertado sobresaltado en un partido que no parecía el suyo: Jordi Pujol dijo el pasado mes de noviembre que su formación es de tan amplio espectro que en ella caben independentistas e incluso jóvenes antisistema. Eso sí, aceptando disciplinadamente los acuerdos con el Partido Popular.

Demasiado para un señor de Barcelona, amante de Puccini -asegura que se sabe una veintena de óperas de memoria- y que fue cofundador de Centre Català, junto con patricios como Carlos Ferrer Salat y Carlos Güell de Setmenat. Luego fue diputado en el Congreso por Centristes de Catalunya-UCD y se incorporó en 1980 a Minoría Catalana. Creció a la sombra de Miquel Roca Junyent, entonces segundo de Pujol, aunque en puridad no se le pueda considerar un roquista.

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Se alineó con el sector moderado catalanista del partido, que entonces llevaba la voz cantante en CDC, y en 1986 alcanzó el cargo de consejero de Comercio. Dos años después Pujol lo nombró titular del área de Política Territorial y Obras Públicas. En los noventa entró en el sanedrín -la comisión permanente- de CDC, que integraban media docena de selectos dirigentes del partido con los que Pujol compartía sus inquietudes políticas. En 1995 encabezó la lista de CiU al Congreso. Empezó su campaña electoral con el eslogan Plantarem cara y acabó con Serem claus. Y efectivamente, CiU lo fue para consolidar la primera mayoría del PP y sacar las consiguientes contrapartidas.

En 1998 corrió su última aventura política: ser candidato de CiU a la alcaldía de Barcelona. Ahí se puso de relieve que no era santo de la devoción de la dirección del partido y especialmente del entorno de Artur Mas, el flamante delfin de Pujol. El ahora conseller en cap hizo entonces un amago de disputarle el puesto.

Durante la campaña se puso de relieve la inexistencia de comunión entre el aparato y el candidato. Fueron varios los mítines de Molins en los que el número de oradores apenas llenaba un par de filas. El aspirante a la alcaldía era un convergente de otra época que ha acabado siendo más querido por Unió. Ahora mira hacia el sector privado, que nunca le ha sido ajeno. Su familia es propietaria de Cementos Molins.

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