'La democracia no funciona si no hay desarrollo económico'
Bernard Crick escribió En defensa de la política en 1962, cuando el mundo era bipolar y los peores fantasmas que amedrentaban a Europa eran el comunismo vecino y el recuerdo del cercano fascismo. Casi 40 años después, el libro se reedita con algún material nuevo y, sobre todo, con la misma certeza con la que se escribió: hay que defender la política como medio de lucha, y hay que defenderla de nacionalismos, de ideologías y de la propia democracia. El venerable profesor británico Crick , de 71 años, se atreve a cuestionar en voz alta la eficacia de las democracias en países pobres que salen de dictaduras: 'Si la democracia no va de la mano del desarrollo económico, no funciona'.
Y el ejemplo es Rusia. Frente a los países de Europa del Este que habían conocido la democracia antes del comunismo, Rusia no tuvo nunca tradición de libertad y pasó a ella con la única referencia de las noticias de Occidente. 'Faltaban las estructuras de una sociedad libre, faltaban las clases medias y creyeron que la corrupción era igual que el libre mercado', asegura Crick en Madrid. 'Pero las grandes compañías de España o Reino Unido no van por ahí asesinando a gente para hacer sus negocios'.
Rusia y los demás ex comunistas esperaban que el libre mercado les liberara en pocos meses, y eso no ocurrió. 'Tras la II Guerra Mundial, Estados Unidos se dio cuenta de que tenía que subsidiar a Europa, y vino el Plan Marshall. Pero nadie estaba preparado para el colapso de la Unión Soviética, y no hubo ayuda. Habría hecho falta una especie de Plan Marshall para Rusia, porque el sistema político no funciona por sí solo, necesita ayuda'. También se refiere a China, Indonesia o cualquier otra dictadura. 'En países en desarrollo y con dictadura, la transición a la democracia debe ir de la mano del desarrollo económico. No puede avanzar uno si no avanza a la par que el otro'.
En su libro, editado en España por Tusquets, el profesor analiza también otros cambios clave en nuestro momento. Por ejemplo: los medios de comunicación han sustituido a los Parlamentos como foro de debate público. 'Hoy, un político se levanta a las seis para ir a la BBC, pues sus tres minutos allí van a ser más importantes que su intervención en el Parlamento'.
Otra: es fácil identificarse con los nacionalismos a pequeña escala y sólo darse cuenta de sus peligros cuando están en el poder. 'El fanatismo no es política, es antipolítica. Los fanáticos odian la idea del compromiso'.
Cuando habla y defiende la política, Crick deja claro que no habla de políticos, y ni tan siquiera de partidos. Hoy, los partidos, sostiene, son sólo una parte de las fuerzas que participan en el poder y que han crecido en otras formas: ONG, movimientos antiglobalización o grupos de presión.
La ideología, pese al derrumbe del comunismo y la extensión de las ideas de centro, no ha muerto: 'El libre mercado necesita mucha regulación para ser realmente libre. Y en esa regulación está la ideología'.
¿Por qué defender la política de la democracia? 'Porque la opinión pública no siempre tiene razón', asegura de forma inquietante. 'En Gran Bretaña, la gente quiere la pena de muerte, y eso no es bueno. La opinión pública puede querer bajar los impuestos, pero eso no es bueno. La mayoría no siempre tiene razón'.
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