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Entrevista:DIEGO GALÁN | TAMBOR DE ORO | LA FIESTA GRANDE DE SAN SEBASTIÁN

'Desde mi llegada caí de pie en la ciudad'

Maribel Marín Yarza

A Diego Galán (Tánger, 1946), director del Festival Internacional de Cine de San Sebastián durante 13 años, le ha tocado intepretar un papel para el que no había previsto guión: el de Tambor de Oro. Las tablas adquiridas durante años ante las cámaras se le quedan cortas ahora que es él, y no Robert de Niro, la estrella invitada. 'Cuando de pronto descubres que te quieren, no sabes qué hacer y te quedas sin saber cuál es tu papel', decía ayer, horas antes de que arrancara la fiesta de la que iba a ser el principal protagonista.

San Sebastián se ha dado prisa en reconocer la labor de Galán al frente del Festival de Cine. Hace tan sólo unos días que abandonó la dirección, cedió la responsabilidad a su mano derecha, Mikel Olaciregui, y se despidió diciendo hasta pronto. Se fue por la puerta grande, que ayer mismo pisó de nuevo. Porque este donostiarra de adopción continúa en el comité de dirección del certamen, seguro además de que su sombra no planeará sobre su sucesor.

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Nadie duda de que la ciudad debe a Galán la ansiada estabilidad de un certamen que estuvo a punto de echar definitamente sus persianas. Él conoce sus méritos, pero los siente compartidos. 'Se cómo estaba el festival en el 85 y cómo está hoy. Pero no es algo que he hecho yo sólo. Se personifica demasiado un trabajo que es de equipo', asegura. 'Además, el único mérito que puedo tener es que he sido el primer director profesionalizado y, aunque sólo sea por horas, el trabajo se refleja en el resultado', añade.

Y hoy, que recibirá en el salón de plenos del Ayuntamiento el Tambor de Oro a título individual, no se siente tanto embajador de la ciudad, como ciudadano bien acogido. 'Es una ciudad en la que caí de pie en 1985. Fui muy bien recibido por todo el mundo y me integraron muy pronto en ella'. Tanto, como para sentirse donostiarra. De hecho, el galardón fue para él una sopresa por eso. 'No imaginaba que podía ocurrir. Me defendía pensando que, como soy de aquí, era algo inviable. Pero resulta que es cierto, que ni soy de aquí ni ya vivo aquí'. Galán se trasladó a Madrid, nada más consumarse la sucesión, pero no acaba de desvincular su trabajo de San Sebastián. En estos momentos escribe las memorias de su etapa en el festival, en la que ha conocido de todo, desde su peor crisis, de la que salió gracias a Pilar Miró -Tambor de Oro de 1987- hasta una de sus ediciones más brillantes durante la tregua de ETA.

El ex director del certamen donostiarra reconoce que siempre ha 'vivido mal' el problema de la violencia en el País Vasco. 'Ahora que estoy escribiendo mis memorias veo que es un tema que sale mucho. Simplemente porque no puede dejar de salir, porque afectaba de forma muy directa a la marcha del festival, a las visitas de invitados especiales'. ¿Cree que el cine ha sabido reflejar ese problema vasco? 'Ni el cine ni la literatura, ni el teatro ni, muchas veces, el periodismo tampoco. Entre otras cosas, porque es de muy difícil definición y está muy enmarañado'. ¿El hartazgo por la situación de Euskadi influyó en su salida?. 'Todo sin duda influye, pero no sería justo decir que esa es la primera razón ni la más importante'.

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Galán, que supo convertir el velódromo de Anoeta en una de las mejores salas de cine, que encontró la forma de conciliar glamour con calidad cinematográfica, anunció en julio que abandonaba el festival. 'Siento cierto cansancio después de trece años en esta maravillosa aventura', dijo. 'Este es el trabajo más apasionante que he tenido en mi vida, pero más que trabajo es militancia'.

Hoy recibirá su recompensa, el preciado Tambor de Oro que premia la labor de aquellos que difunden una buena imagen de la ciudad. Galán tiene sus propio candidatos para próximas ediciones: Julián Schnabel, pintor y director de cine, y su mujer Olatz. 'Su apoyo en los cócteles de Nueva York ha sido para nosotros muy importante y ha contribuido a dar un sello de prestigio al festival', dice. Pero, por el momento, el protagonismo es suyo, aunque no quiera afrontarlo. Ni piensa enfundarse el gorro de cocinero ni tocar el tambor. 'No figura en el programa. Soy tímido y no me gusta figurar en público', dice.

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