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Sin novedad en Kosovo

Los soldados españoles destacados en la provincia yugoslava aseguran que la única alarma procede de sus familias

Jorge Marirrodriga

'Me fastidia lo que está pasando más que nada por la familia. Por mucho que le digas a tu madre que no pasa nada no hay manera de convencerla, lo del uranio es el tema de conversación de todas las llamadas'. La frase la pronuncia un soldado de Zamora destinado en Istok, la sede de las tropas españolas destacadas en Kosovo, pero podrían suscribirla los cerca de 1.100 hombres desplegados en la provincia yugoslava. Aunque la normalidad en las actividades diarias -vigilancia, patrullas, asistencia, etcétera- sigue siendo la tónica, algunos reconocen cierta intranquilidad por las noticias llegadas desde España sobre la posible relación de la muerte por leucemia de soldados destinados en Kosovo y el uranio empobrecido.

'Nos enteramos por lo que llega desde España, pero con la información que nos han dado estamos más tranquilos, aunque siempre te queda esa cosilla de si será verdad o no', opina otro joven militar. La cosilla es lo que intenta clarificar el jefe accidental de la Agrupación Aragón, el teniente coronel José Graells. 'Estamos realizando las operaciones habituales con total normalidad. La verdad es que han sido las propias familias las que han creado más alarma con sus llamadas, ahora sólo preguntan por el uranio y el frío. Del uranio no hay rastro y sobre el frío ya ve', dice señalando al paisaje soleado con una temperatura más que primaveral.

'Cuando en junio de 1999 entró aquí la Legión, iba dotada de equipos NBQ ', añade el teniente coronel médico Pascual Ruiz. 'Durante los tres primeros meses estuvieron tomando muestras cada semana, y durante los tres siguientes meses lo hicieron una vez al mes, y el resultado fue siempre el mismo. La zona española está limpia y además de nuestros equipos NBQ la brigada italiana posee una unidad especial para ello'. Para el jefe médico de la Agrupación, si se hubiera detectado radiación en la zona española 'no hay manera de ocultarlo, ya se habría enterado todo el mundo'. Por si acaso, y desde el principio, el contingente español adoptó algunas medidas de precaución. Así por ejemplo, el 95% de los alimentos que se consumen proceden directamente de España; del otro 5%, gran parte proviene de otros países. 'Aquí sólo compramos alguna vez patatas', señala un subteniente. Todo el agua que se consume es embotellada (procede de Grecia) y no se permite la salida de los soldados para tomar algo fuera del recinto militar.

Según el teniente coronel Ruiz, la patología que presentan las más de 1.000 personas que la agrupación española en Istok atiende cada mes 'es la de un país con un grave fallo en su estructura sanitaria y va a costar mucho tiempo organizarse'. Enfermedades provocadas por los parásitos, anemias y neumonías son las dolencias que más abundan en la zona. 'Lo de la radiación es mucho más difícil y más aún que un soldado español resulte afectado. En primer lugar, el Ejército español no posee munición con uranio empobrecido ni la ha manipulado; además esta zona no fue objetivo de ese tipo de bombardeos. El caso del soldado fallecido entra dentro de los parámetros normales, además estaba destinado en una zona donde no hubo operaciones. Naturalmente comprendo a los familiares, sus dudas y que tienen que intentarlo todo, pero yo descartaría la relación con el uranio'.

Para otros oficiales de las fuerzas españolas, todo esto podría haberse evitado si los estadounidenses se hubieran abstenido de utilizar armamento con uranio empobrecido contra las tropas yugoslavas. 'Fue una machada de los americanos', apunta un capitán médico. 'Razones políticas aparte, lo cierto es que los que estaban en el suelo no tenían una capacidad de respuesta que justificara el uso de esas armas', añade. Este oficial opina que no debería utilizarse armamento con uranio empobrecido en un territorio que, una vez finalizado el ataque, se piensa ocupar.

'Aquí no hay radiación y nuestra primera preocupación es tranquilizar a las familias. Se han vuelto a realizar mediciones y el resultado es siempre negativo', asegura el teniente coronel Graells. 'La verdad es que los soldados ya tienen bastante con dormir lo poco que duermen como para que ahora les vengan con esto', remata el jefe accidental de la Agrupación Aragón.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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