Los tribunales acercan a Bush a la victoria
Dos históricas decisiones judiciales situaron ayer la Casa Blanca al alcance de la mano de George Bush. El candidato republicano le ganó al vicepresidente Al Gore las batallas en el tribunal de Tallahassee, al que pertenece el juez Sanders Sauls, y en el Tribunal Supremo de Estados Unidos. Por goleada en el caso de Sauls, que rechazó anoche todos y cada uno de los puntos de la impugnación de Gore de los resultados oficiales de Florida, y confirmó que George Bush es el vencedor de las elecciones presidenciales en ese Estado. El derrotado David Boies, abogado de Al Gore, presentó de inmediato una apelación ante el Tribunal Supremo de Florida. La victoria de Bush en el Supremo de Estados Unidos llegó antes y fue más matizada.
Aceptando parcialmente la tesis republicana, el Supremo, máximo organismo judicial de Estados Unidos, anuló la decisión del Supremo de Florida que autorizó recuentos manuales y extendió el plazo para certificar los resultados de ese Estado.Pero los nueve magistrados de Washington no dieron jaque mate a Al Gore, puesto que pidieron a sus siete colegas de Tallahassee, capital de Florida, que vuelvan a estudiar esa decisión y expliquen mejor sus razones.
Si la causa de Gore se tambaleó tras ese pronunciamiento del Supremo de Estados Unidos, el veredicto de Sauls, un juez demócrata nombrado por un gobernador republicano, le propinó un mazazo que puede ser definitivo.
Sauls sentenció que el candidato demócrata no demostró durante el juicio, celebrado el pasado fin de semana, que los resultados oficiales de Florida anunciados el 26 de noviembre, y que dan la victoria a Bush por 537 votos, fueron falsos o inexactos.
El juez dijo que no ha encontrado "ilegalidad, deshonestidad, grandes negligencias, influencias inadecuadas, coerción o fraude en las votaciones y los procesos de escrutinio" de Florida. En consecuencia, Sauls desoyó la petición demócrata de realizar un recuento manual de 14.000 sufragios de los condados de Palm Beach y Miami-Dade, que fueron rechazados por las máquinas.
El magistrado de Tallahassee dio así el sello judicial a la victoria de Bush en Florida, previamente certificada por el Ejecutivo de ese Estado. No hay ninguna razón, según Sauls, para que George Bush no se lleve los 25 compromisarios de ese Estado en el Colegio Electoral que designa al presidente.
La carga de la prueba, recordó el juez, recaía sobre la parte demandante: Gore. Y sus abogados, testigos y pruebas no demostraron durante el juicio que haya razones para pensar que fue él y no Bush quien ganó los comicios presidenciales en Florida el 7 de noviembre.
El magistrado señaló que la junta electoral de Miami-Dade actuó dentro de sus prerrogativas al decidir no celebrar un recuento manual. También rechazó las quejas de Gore sobre los condados de Nassau y Palm Beach.
El Supremo, salomónico
Pocas horas antes, el Supremo de Estados Unidos había concedido a Bush una victoria parcial. Los nueve magistrados de Washington actuaron de modo salomónico: firmaron por unanimidad una opinión vinculante, pero no la elevaron a la categoría de sentencia.En esa opinión dieron un varapalo a sus siete colegas del Supremo de Florida, al invalidar su sentencia del 21 de noviembre, que dio luz verde a los recuentos manuales en algunos condados solicitados por Gore. "Hay una considerable incertidumbre sobre los fundamentos en los que el Tribunal Supremo de Florida basó su decisión", afirmó en un documento de siete páginas el máximo organismo judicial estadounidense.
Pero la desautorización no fue definitiva: Washington devolvió la pelota a Tallahassee y le pidió que estudie de nuevo el caso y argumente mejor su actitud.
También en este frente Boies puso buena cara al mal viento. El abogado del candidato demócrata se aferró al aspecto más positivo para sus tesis del pronunciamiento de los magistrados de Washington. "El caso de los recuentos manuales sigue vivo y el Supremo de Florida ha sido instado a reconsiderarlo", dijo.
Esa interpretación es correcta, pero refleja sólo un aspecto del documento del Supremo de Estados Unidos. Este organismo no ve claro de dónde sacó el Supremo de Florida la autoridad para imponerse sobre la secretaria de Estado, la republicana Katherine Harris.
Washington anula la decisión de Tallahassee, pero no llega tan lejos como deseaba Bush y no la declara anticonstitucional. Los magistrados de Washington piden a sus colegas que "clarifiquen" sus razones.
El caso llegó al Supremo de Estados Unidos a petición de Bush. El republicano denunció que el Supremo de Florida abusó de su poder al paralizar la certificación de los resultados electorales que, el 18 de noviembre, se aprestaba a efectuar Harris.
Esos resultados, fruto de dos escrutinios mecánicos culminados el 14 de noviembre y la contabilización posterior del voto por correo, daban la victoria a Bush por 930 sufragios de un total de casi seis millones expresados.
El 21 de noviembre, el Supremo de Florida, por unanimidad de sus siete miembros, fijó a la republicana Harris un nuevo plazo para certificar los resultados: el 26 de noviembre. Y le obligó a incluir el fruto de los recuentos manuales que se estaban efectuando en los condados demócratas de Broward, Palm Beach y Miami-Dade.
Broward llegó a tiempo, Palm Beach no terminó a la hora fijada y Miami-Dade decidió cancelar el escrutinio manual. Con las correcciones de Broward a favor de Gore, Harris certificó el 26 de noviembre que Bush ganó en Florida por 537 sufragios.
El día siguiente, Gore impugnó esos resultados, por considerar que "incluyen votos ilegales y no incluyen votos legalmente expresados". El sábado y domingo, Sanders Sauls, juez de Tallahassee, celebró el juicio de impugnación.
Anoche, en el veredicto más rotundo y trascendente de esta batalla, le negó la razón al candidato demócrata y reafirmó que Bush es el presidente electo de Estados Unidos.
El reloj galopa a ritmo desbocado contra Gore. Sólo falta una semana para que llegue la fecha inexorable del 12 de diciembre, en la que Florida debe tener claro el color político, demócrata o republicano, de los 25 compromisarios que enviará al Colegio Electoral.
Ese organismo se reunirá en Washington el 18 de diciembre, para designar presidente. Y el gobernador de Tejas tenía anoche las cartas en la mano.
La cruzada de Gore va de derrota en derrota en los últimos días. El viernes, el Supremo de Florida, seis de cuyos siete jueces son demócratas, sentenció que no hay razones para celebrar nuevas elecciones en Palm Beach a causa del confuso diseño de las papeletas mariposas. Ese fue el primer motivo de rebeldía de los partidarios de Gore tras la corta victoria de Bush en Florida de la madrugada del 8 de noviembre.
El domingo, Dick Cheney, candidato republicano a la vicepresidencia, le pidió a Gore que, pensando en su propio porvenir político, arroje la toalla, un llamamiento que ayer fue apoyado por Colin Powell.
La idea de la necesidad de un punto final crece en la opinión pública estadounidense. El 57% se declaraba ayer partidario de que Gore acepte su derrota y permita a Bush prepararse para ocupar la Casa Blanca, según un sondeo de The Washington Post-ABC News. Dos de cada tres encuestados desaprobaban el comportamiento del vicepresidente demócrata desde los comicios del 7 de noviembre. Pero la encuesta contenía un dato al que Gore podía agarrarse: el 57% apoyaba que se ultimen los recuentos manuales en Palm Beach y Miami-Dade y sean incluidos en los resultados oficiales. Eso es lo que anoche se negó a autorizar el juez Sauls.
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