_
_
_
_
_

Gore impugna el resultado de Florida y acusa a los republicanos de bloquear el escrutinio

En una decisión sin precedentes en la historia de las elecciones presidenciales estadounidenses, Al Gore presentó ayer en un tribunal de Tallahassee, la capital de Florida, un documento de 22 páginas impugnando los resultados oficiales en ese Estado, que conceden a su rival, Bush, la victoria por 537 sufragios. En el documento pide al tribunal que "certifique que Gore y Joe Lieberman recibieron la mayoría de los votos". El vicepresidente se dirigió esta madrugada a sus compatriotas para explicar su posición: lo que está en juego es la credibilidad del sistema, no la conveniencia de un partido, aseguró.

Su rebeldía, que recibió el apoyo de los líderes demócratas del Congreso de EE UU, no está basada en la voluntad de ganar, sino en la de "preservar la integridad del sistema", aseguró. La impugnación afirma que los resultados certificados en la noche del domingo por Katherine Harris, secretaria de Estado de Florida, "incluyen votos ilegales y no incluyen votos legales que fueron rechazados inadecuadamente. El número de esos votos es suficiente para poner en duda o cambiar el resultado de estas elecciones". A Harris la acusó de bloquear el recuento, poniendo en marcha todo tipo de argucias para retrasar el escrutinio. Gore cita tres condados concretos: en Miami-Dade no fueron escrutados a mano unos 10.000 votos que habían sido rechazados por las máquinas ("debido a la presión orquestada por los republicanos"); los resultados de Harris no incluyeron el recuento manual de Palm Beach, que culminó fuera de plazo, y en Nassau la junta electoral optó al final por los resultados del primer recuento mecánico en vez del segundo, que le concedía 51 votos adicionales.

Mientras el caso le fue asignado al juez Sanders Sauls, Gore se lanzó a una frenética campaña de relaciones públicas. Por la mañana sostuvo una conferencia telefónica con Dick Gephardt y Tom Daschle, los líderes demócratas en el Congreso, que fue retransmitida en directo por las cadenas de radio y televisión. "Todos los votos deben ser escrutados", dijo Gore. "Nuestros rivales afirman que ya ha habido tres recuentos, pero muchos miles de votos jamás han sido escrutados. Si no los contamos, la integridad de nuestra democracia será puesta en cuestión". "Estoy muy animado", añadió. "Si se cuentan esos votos, hay elementos para cambiar los resultados de Florida a nuestro favor".

Gore machacó esta madrugada esos argumentos en el mensaje televisado a la nación en horario de máxima audiencia. Pidió a sus compatriotas "paciencia" y les aseguró que sigue combatiendo no por deseo personal de victoria, sino por razones más altas, como la defensa de la Constitución.

Pero la cruzada que ayer emprendió Gore es "contrarreloj", como reconoció Daschle. El plazo final para confirmar o alterar los resultados oficiales en Florida anunciados el domingo vence el 12 de diciembre. Ese día Florida tiene que tener listos sus 25 compromisarios en el Colegio Electoral, que se reunirá en Washington el 18 de diciembre para nombrar presidente. Gore cuenta con 15 días.

También es una cruzada contra la fatiga de la opinión pública. El primer síntoma de impaciencia llegó ayer cuando una encuesta de The Washington Post-ABC News señaló que el 60% de los estadounidenses cree que ha llegado la hora de que Gore arroje la toalla. Aunque discutida, la certificación de la corta victoria de Bush en Florida marcó un salto cualitativo en esta insólita lucha por la Casa Blanca. El republicano ascendió a la condición de supuesto presidente electo y el demócrata pasó a la de candidato en rebeldía.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Muchos líderes demócratas salieron ayer a la palestra para expresar su solidaridad con Gore. Muy significativo fue el apoyo de los líderes de las minorías demócratas en la Cámara de Representantes y el Senado, Gephardt y Daschle. Pero también se escucharon voces disidentes. "Tengo grandes dudas sobre que el vicepresidente actúe de modo sabio al continuar la pelea e impugnar los resultados de Florida", dijo Robert Reich, ex secretario de Trabajo con Clinton.

Una semana más

El desafío de Gore era jaleado con entusiasmo por el ala izquierda del Partido Demócrata: los afroamericanos, los sindicatos y los liberales. Pero los moderados le concedían apenas una semana más, hasta que el dictámen del Tribunal Supremo de EE UU. Ésa era la opinión de la prensa que pidió el voto para Gore. "No creemos que Gore tenga una licencia para pleitear hasta la puesta del sol", señaló The New York Times. En el campo republicano reinaba unanimidad en que el partido, tras dos prórrogas, ha terminado con su victoria.Los expertos creen que Gore tiene una tarea difícil en los tribunales de Florida. "La carga de la prueba recae en sus hombros", señaló Lloyd Cutler, ex abogado en la Casa Blanca de Clinton. Una vez certificados, Gore es el que tiene que probar ante los tribunales que los resultados son incorrectos. "Tiene que aportar argumentos de peso, pruebas y testigos de fraude, mala intención o desorientación masiva de los electores, y no sólo irregularidades técnicas", señaló Boyden Gray, ex abogado de la Casa Blanca del padre de Bush.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_