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Reportaje:EDUCACIÓN

Polémica en Italia por el enfoque "partidista" de los libros de texto La enseñanza de la historia del siglo XX desata una batalla política

El fascismo y la etapa de la II Guerra Mundial en Italia, llena de episodios controvertidos, sigue diviendo a la opinión pública y, sobre todo, a los políticos italianos. Buena prueba de ello es la polémica que se ha desatado en la región central del Lazio -de la que Roma es la capital y está gobernada por la derecha- en la que se han vertido acusaciones de "intolerablemente partidistas" sobre algunos libros de historia que se estudian en diversas escuelas de la comunidad. El enfoque de los textos es "marxista", ha denunciado la junta regional que ha aprobado la creación de una comisión de especialistas para revisar el contenido de estos manuales.Esta última polémica educativa amenaza con desatar una batalla de mayor alcance, en la que se enfrentan, de un lado, Alianza Nacional (partido heredero del posfascista MSI de Giorgio Almirante), apoyado por las asociaciones de padres católicos y por los partidos aliados en la coalición de centro-derecha, y, del otro lado, la coalición de Gobierno, celosa defensora de la actual situación educativa.

El estudio de la Historia del siglo XX pasó a incorporarse al programa escolar italiano en 1996, por iniciativa del entonces ministro de Instrucción Pública, Luigi Berlinguer, miembro del partido de los Demócratas de Izquierda (ex PCI), inmediatamente después del triunfo del Olivo en las elecciones generales de abril de ese año. No tardó en desencadenarse la polémica, y un grupo de intelectuales moderados creó una institución ad hoc para vigilar que los textos destinados a las escuelas del país no fueran tendenciosos o estuvieran plagados de lugares comunes ideológicos.

Pese a ello, Fabio Rampelli, portavoz de An en el Lazio, ha denunciado que en muchos manuales con los que se enseña la historia reciente de Italia se minimiza la gravedad de las masacres de fascistas que se produjeron a partir de 1943, cuando se desató la llamada ofensiva partisana contra el fascismo e Italia se disponía a colocarse del lado aliado.

La intervención de Rampelli y la decisión de crear la comisión supervisora ha merecido la condena unánime del centro-izquierda. "Vuelve la censura de los años setenta", se quejan los partidos del Olivo, mientras la oposición comunista se rasga las vestiduras por la "inconcebible injerencia" de la derecha en un tema tan delicado como el de la educación. El ex ministro Berlinguer ha protestado por una iniciativa que representa, a su juicio, "la imposición de la censura, de un poder que viene a sustituir el libre confronto científico. Puede que haya ejemplos tendenciosos, pero nuestro sistema democrático pone el remedio, dejándolo todo en manos de la confrontación intelectual entre los docentes".

Rampelli, y la junta que preside Francesco Storace, no lo ven así. "Queremos proteger el pluralismo cultural en las escuelas de la región", subrayan.

En Italia, las escuelas son libres de elegir los libros de textos que prefieran para estudiar las asignaturas del currículo escolar que fija el Ministerio de Instrucción Pública. El sacrosanto derecho a la libertad de enseñanza es protegido a capa y espada por sindicatos de profesores y partidos de izquierda. La comisión que el Lazio pretende crear tendría, por lo tanto, un valor meramente consultivo. Es decir, podría hacer pública su valoración crítica de los manuales analizados, pero no intervenir en la selección de los textos escolares. La idea de la junta es que formen parte de la misma "representantes de todas las culturas políticas, desde los católicos a los conservadores, pasando por los socialdemócratas y los poscomunistas", explica Rampelli. "No tenemos miedo al intercambio de ideas. Al contrario, es lo que queremos", añade.

No es la primera vez que el contenido de los libros de texto desata polémicas en este país. En 1995, el padre de un alumno de una escuela de Milán denunció la propaganda antisemita de un libro de texto en el que los judíos eran descritos diabólicamente como asesinos de niños y profanadores de hostias. El año pasado, un alumno de 13 años denunció que el libro de Ciencias usado en su escuela tenía muchas imágenes publicitarias con las marcas de productos.

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