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Una mujer quema con ácido a su hija en la antesala de un juicio

La víctima iba a testificar contra su padre por haberla violado y dejado embarazada

Una chica de 19 años sufre graves quemaduras en el rostro y en parte del cuerpo por efecto del ácido que su madre derramó ayer sobre ella, en los pasillos de la Audiencia Provincial de Pontevedra, cuando la joven acudía a declarar en un juicio por abusos sexuales. La muchacha había denunciado a su padre en 1998 después de que éste la dejase embarazada por una de las reiteradas violaciones a las que la sometía desde que tenía 13 años. La madre también estaba acusada en el mismo juicio por un presunto delito de omisión de auxilio, ya que su hija la acusa de pasividad ante la actuación del padre.

Gran revuelo

La joven fue trasladada de inmediato al hospital provincial de Pontevedra y de allí a la clínica Povisa de Vigo, en cuya unidad de quemados permanece ingresada en estado grave. La chica sufre quemaduras de tercer grado en un 15% de su cuerpo. Las heridas están concentradas en el rostro y en el cuello, aunque no le afectaron a los ojos.La agresión ocurrió sobre las 11 de la mañana cuando la víctima, acompañada de dos asistentas sociales, subía las escaleras de la Audiencia de Pontevedra para testificar en el juicio contra sus padres.

Vivir escondida

La madre llevaba ya unos minutos en un piso superior, junto al pasillo que conduce a la sala donde se iba a celebrar la vista. "Yo me fijé en ella -una mujer de unos 50 años- porque estaba muy nerviosa, fumaba y se movía sin parar", explicó uno de los escasos testigos presenciales, Miguel Vidal, reportero gráfico de Diario de Pontevedra.

"Debajo del brazo llevaba un frasco como los que se usan para guardar alcohol. Se le acercó una abogada y le dijo que pasara a la sala porque el juicio iba a empezar, pero ella le contestó que prefería esperar un rato", relató el fotógrafo al describir los momentos que precedieron el ataque.

Al momento apareció su hija en las escaleras, flanqueada por dos asistentas sociales que la llevaban del brazo. La agresora esperó a que se cruzaran con ella y sin más le derramó el frasco por la cabeza. Luego, según Vidal, la mujer se abalanzó sobre la muchacha golpeándola y tirándole del pelo. Las asistentas sociales, al intentar proteger a la joven, también sufrieron quemaduras leves, al igual que la propia agresora.

"De repente, se formó un gran revuelo", recuerda Vidal, "se acercaron guardias civiles y algunas personas vestidas con toga. Todos tardaron un momento en reaccionar porque estaban paralizados. La chica tenía la ropa y el pelo quemados, y algunas partes del cuerpo con sangre y en carne viva. Pero, dentro de lo que cabe, parecía tranquila. Sólo pedía que la llevaran al baño".Cinco minutos después, la recogió una ambulancia. La agresora fue reducida por la Guardia Civil sin que opusiera resistencia. Después de recibir atención médica por las quemaduras que tenía en las manos, la mujer quedó a disposición del mismo tribunal que iba a juzgarla y que decretó su ingreso en prisión.

"Es muy difícil evitar algo así", declaró ayer el presidente de la Audiencia Provincial de Pontevedra, Jaime Carrera, al explicar que lo imprevisto de la agresión cogió desprevenidos a los agentes que vigilan el recinto.

"Una botella de ácido se puede pasar de maneras muy distintas. Además son casos que ocurren muy episódica y aisladamente", añadió Carrera al anunciar que, a pesar de ello, pedirá a la Xunta y a la subdelegación del Gobierno gallego un incremento de las medidas de seguridad en la sede judicial.

"La vida de esta chica ha sido una desgracia continua", se lamentaba ayer, aún impresionada por lo sucedido, Teresa Pazos, abogada de la víctima.

Hace dos años, cuando tenía 17, la joven se quedó embarazada y ya no pudo soportar más la pesadilla que estaba viviendo desde que alcanzara la pubertad. Acudió a los servicios sociales de la Xunta de Galicia y denunció que su padre la violaba a menudo desde que tenía 13 años ante la completa pasividad de su madre.

La familia vivía entonces en una chabola de un paupérrimo barrio de una localidad próxima a Vilagarcía de Arousa (Pontevedra). El padre, según los vecinos, se dedicaba al marisqueo furtivo.

Tras su confesión, la chica quedó a cargo del servicio tutelar de menores de la Xunta, y un juez autorizó a que se le practicase un aborto. La comparación entre el tejido del feto y una muestra de ADN extraída al padre de la chica confirmó que era él quien lo había engendrado, según explica la abogada Teresa Pazos. El hombre ingresó en prisión. La hermana mayor de la víctima se decidió entonces a sumarse a la denuncia y confesó que ella también había sido violada en reiteradas ocasiones por su padre.

Tras cumplir los 18 años, la chica agredida ayer abandonó la tutela de la Xunta y se fue a vivir sola. "Subsistía con muy poco y andaba medio escondida", afirma su abogada. "Vivía atemorizada por las posibles represalias de su madre". Pero, a pesar del miedo, estaba dispuesta a testificar en el juicio contra sus padres. Su hermana mayor no tuvo la misma determinación y acabó retirando la denuncia.El juicio había sido retrasado hasta ayer después de que una convocatoria anterior había tenido que ser suspendida por la incomparecencia de algunos testigos. El fiscal pide 15 años de cárcel para el agresor por un delito de violación continuada y 3 para su esposa por denegación de auxilio a la víctima. Sin embargo, la acusación particular trata de imputarle 52 delitos distintos de violación, lo que le acarrearía una pena de más de 400 años.

Después de que el padre ingresara en prisión, el resto de la familia quedó en una situación aún más precaria. Hace un mes, gracias al Ayuntamiento de la localidad donde viven, pudieron abandonar la chabola y establecerse en un viejo polígono de viviendas sociales. Sus antiguos vecinos del barrio chabolista se han olvidado muy pronto de ellos. "Ya hace mucho que no viven aquí", mentían ayer. Un hermano de la víctima, en tono amenazante, se negó a hacer cualquier declaración. Sus nuevos vecinos también prefirieron el silencio.

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