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Reportaje:EDUCACIÓNLa estela de Edison

De mal colegio a centro público de lujo

El King's College of the Arts and Technology es el primer colegio estatal británico asociado a una firma comercial

Isabel Ferrer

De no haber sido por la compañía 3E's Entreprises, el instituto de secundaria británico King's Manor School de Surrey (al sur de Inglaterra) estaría hoy cerrado. Sus pobres resultados académicos, la mala fama local y una crítica inspección educativa pusieron en 1999 contra las cuerdas a las autoridades locales; para no dejar a 400 alumnos en la calle, éstas pidieron ayuda al sector privado con el beneplácito del Ministerio de Educación. El correspondiente concurso público ha cedido durante la próxima década a 3E's la gestión del King's College of the Arts and Technology, el nuevo nombre del primer colegio estatal británico asociado a una firma comercial.Su suerte está aún por ver, pero el experimento iniciado en Surrey servirá de ejemplo para otros institutos igualmente fallidos del Reino Unido. Mientras las empresas interesadas en acceder al sector educativo carezcan de afán de lucro, el Gobierno no pondrá reparos en cederles la gestión diaria de centros situados en los últimos puestos de las listas de excelencia escolar. Al igual que sus competidores en la puja por el King's College de Surrey, 3E's piensa obtener beneficios, pero no para sus accionistas. Al ser la rama comercial de otro colegio, el Kingshurst City Technology College de Solihull (Birmingham) ha asegurado que invertirá todo lo ganado en la mejora de ambos. Unas intenciones de lo más razonables para el laborismo, que incluso vería bien la presencia privada en escuelas con buenas notas.

"No es lo mismo hablar de beneficios empresariales que de una cuota en concepto de gerencia como la que el Gobierno pagará a 3E's por su labor en Surrey", ha señalado Estelle Morris, secretaria de Estado de Educación. La compañía recibirá también gratificaciones si consigue reclutar más alumnos, reducir el absentismo y, desde luego, mejorar las notas. Antes incluso de que dichas sumas lleguen a sus arcas, el municipio aportó 1,6 millones de libras (440 millones de pesetas) para renovar las instalaciones del instituto. Convertido ahora en un centro especializado en arte y tecnología, se ha puesto mucho énfasis en dotarle de salas de ordenadores, una conexión a Internet que engloba todos los servicios internos, un ciberrestaurante con más computadoras y un nuevo laboratorio para ciencias. El cambio de nombre no ha hecho más que subrayar la amplitud de la reforma.

"Estamos ante otro centro que ocupa el mismo espacio que el antiguo King's Manor", según Mary Watts, su portavoz. Aunque cauta a la hora de ponderar el éxito que esperan obtener, afirma que tanto la comunidad como los alumnos han apoyado resueltos los cambios. "Contamos con nuevos profesores y 400 alumnos, de los cuales 129 han accedido atraídos por la nueva oferta. En cuanto a nuestro director, David Crossley, lo encontramos en Brunei, después de haber buscado a fondo al candidato adecuado", afirma. Otra de sus innovaciones consiste en impartir en Bachillerato Internacional en los dos años (de 16 a 18) anteriores al acceso a la universidad. Watts mantiene que su mayor número de asignaturas y su reconocimiento internacional allanarán la ruta académica.

Uno de los mayores riesgos del experimento fue despejado con algunas dificultades por Educación antes de autorizarlo. Se trata de la posible selección del alumnado en función de sus habilidades. Para muchos directores, los controles de calidad educativa sólo pueden superarse a base de elegir a los mejores niños. Como los institutos estatales tienen prohibida la criba de sus aspirantes, y la mayoría de los centros fallidos están en zonas deprimidas del país, el ministerio no quería ser acusado de rendir sus responsabilidades al sector privado. "Atiendan bien: no habrá selección", dijo David Blunkett, hoy titular de Educación, cuando el laborismo estaba aún en la oposición.

Teniendo en cuenta que la idea de atraer a las empresas para gestionar escuelas públicas la tuvieron los conservadores, Blunkett no quería que el proyecto le estallara en las manos al hacerlo suyo por permitir la selección. Con todo, los institutos públicos pueden escoger hasta un 15% de sus inscritos en función de su valía. Para los críticos, en el caso del King's College of the Arts and Technology, ello podría resultar decisivo. Ahora es un instituto especializado que, a la larga, espera atraer a estudiantes interesados en ambos terrenos. Una forma menos controvertida de seleccionar. De momento, sin embargo, los 400 menores que ocupan este curso las repintadas aulas, "abarcan un amplio arco de aptitudes porque no se ha apartado a nadie", según Mary Watts.

El centro cuenta, de momento, con el beneplácito de padres y gobernantes, y su buen funcionamiento supondría una inyección de moral para el Ministerio de Educación. Aunque esta vez la ayuda provenga del sector privado, el éxito del King's College daría en cierto modo la razón a David Blunkett, abanderado de la renovación de escuelas estatales fallidas para evitar su cierre. Hasta la fecha, ha intentado sacar del pozo -según la jerga ministerial-, sin recurrir a fondos privados, a 11 institutos de secundaria. Un esfuerzo apreciado por padres, docentes y sindicatos que no ha dado aún los resultados esperados.

Repartidos por Inglaterra y Gales, dichos centros han cambiado su nombre, cuentan con nuevos directores y un mayor presupuesto, así como una oferta educativa más amplia. A pesar de ello, cuatro de sus directores dimitieron a finales del pasado curso cansados de la falta de apoyo de las autoridades locales. Una explicación paradójica para este otro tipo de experimento fundado también en la colaboración de todos los implicados: docentes, padres, alumnos y gobernantes. Según los sindicatos, el problema es que los municipios esperan resultados de inmediato, y "ningún concejal de educación, por mucho que maneje las cuentas escolares, puede pretender que los sobresalientes lluevan en un solo curso". Para salvar el plan, el ministerio ha prometido poner este año a disposición de los directores, sin pasar por las autoridades, parte de los nuevos fondos destinados a cada escuela para que los inviertan directamente en su mejora.

La presencia de empresas privadas en la educación estatal no es nueva. Ni siquiera es británica, a pesar de que es un mercado evaluado en 500 millones de libras (137.500 millones de pesetas).En Estados Unidos, la compañía de gerencia Edison acaba de salir a Bolsa y está obligada a obtener buenos resultados a cambio del dinero del contribuyente. Entre sus especialidades figura el español obligatorio entre 5 y 11 años, la posibilidad de llevarse un ordenador a casa y una jornada de estudio más larga. Una idea, ésta última, adoptada por el británico King's College of the Arts and Technology al permanecer abierto por las noches para uso de la comunidad.

Edison pujó sin éxito por el contrato del centro de Surrey y, según sus oponentes, tiende a aumentar el número de niños por clase y elige a los que presentan menos problemas de aprendizaje. Una crítica rechazada por sus responsables, que no esperan beneficios a corto plazo en su aventura educativa.

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