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LA OFENSIVA TERRORISTA

Un hombre discreto y dialogante

El degradado barrio de la Mina era una de las mayores preocupaciones de Ruiz

Un hombre tranquilo, discreto y muy dialogante. Así es como describen a José Luis Ruiz Casado quienes le conocieron. Tenía 42 años, era barcelonés pero se sentía sentimentalmente vinculado a Sant Adrià, donde había residido la mayor parte de su vida. Casado con Piedad Guevara, ha dejado hijos, un niño de 9 años y una niña de 12. Tenía dos grandes vocaciones: su familia y la actividad política. Vecinos y amigos coinciden en que José Luis Ruiz aprovechaba cualquier momento que le quedara libre para estar con sus hijos.Director del departamento de Tráfico Internacional de la empresa de transportes ABX Logistics, en la Zona Franca de Barcelona, sus compañeros le definían ayer, entre lágrimas durante los cinco minutos de silencio que guardaron en su memoria ante la puerta de la empresa, como un compañero amable y discreto. Tan discreto que muchos no sabían siquiera que era concejal del PP en Sant Adrià y que, como tal, desplegaba una intensa actividad política.

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Había comenzado a militar en el PP en 1993 y era concejal desde hacía cinco años. En el consistorio tenía adversarios políticos que eran amigos desde la infancia. Con algunos había compartido incluso maestros y patio de juego en el colegio San Gabriel, el mismo al que ahora van sus hijos. Ayer el alcalde socialista, Jesús María Canga, con el que mantenía una estrecha amistad, estaba visiblemente emocionado. El alcalde tenía mayoría absoluta y las cosas estaban claras, en lo político y en lo personal. Ayer, Canga recordaba, con lágrimas en los ojos, los partidos que jugaban juntos en el equipo escolar.

De carácter reservado y parco en palabras, Ruiz Casado se ganó el cariño de la vecindad. "Cualquier cosa que le proponíamos para que se arreglara en el barrio, se la apuntaba y la comunicaba al Ayuntamiento", declaraba un vecino que, al saber la noticia, acudió a la puerta de la casa del concejal asesinado.

Ruiz Casado vivía en el tercer piso de un bloque situado al lado de una ruidosa autopista. Desde el edificio se puede ver La Mina, un barrio muy marginal por cuya dignificación había luchado Ruiz Casado. Era miembro del recién creado Consorcio de La Mina, un ente formado por la Diputación de Barcelona, la Generalitat y los ayuntamientos de Barcelona y Sant Adrià para hacer del barrio con más delincuencia y paro de Cataluña un lugar digno para vivir. Además, era miembro del Consorcio del Besòs, organismo que gestiona las infraestructuras y planes urbanísticos que deben regenerar las orillas del río.

Hace apenas un mes, Ruiz Casado se llevó un susto al observar una bolsa sospechosa abandonada en el portal donde vivían sus padres. Pensó que podía ser una bomba. La policía comprobó más tarde que eran las pertenencias de un mendigo. Como los demás ediles del PP en esa localidad, no llevaba escolta y pese a saberse tan amenazado como cualquier otro concejal popular, no había manifestado miedo. Era metódico y casi siempre hacía el mismo recorrido. Ayer, dos verdugos se interpusieron en su camino.

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