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El Papa emplaza a millones de jóvenes a cambiar la sociedad y les cita en Toronto

Juan Pablo II invita a la juventud a pensar en el sacerdocio y a sacrificarse por los demás

El agotamiento y el calor hicieron ayer presa en los cientos de miles de jóvenes concentrados en Tor Vergata, a las afueras de Roma, para celebrar la XV Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). La solemne misa de clausura, que se cerró con una calurosa intervención del Papa, no encontró a los jóvenes fieles en su mejor forma. Y ni siquiera el anuncio, hecho por Juan Pablo II, de que la próxima JMJ se celebrará en Toronto (Canadá) el verano del 2002, a la que el Pontífice piensa acudir, arrancó las ovaciones cerradas que cabía esperar.

Compromiso

Karol Wojtyla, que apareció en mejor forma que sus interlocutores, tuvo palabras de agradecimiento para los jóvenes congregados. "No sé cuántos sois, pero gracias a todos", dijo y les instó a seguir el camino de Cristo para "cambiar la sociedad".Muchos de los chicos y chicas que pasaron la noche de ayer durmiendo al aire libre en el campus de Tor Vergata comenzaron a desalojar el recinto al filo de las once de la mañana, antes de que partiera el helicóptero de Juan Pablo II. Las emociones y el sol brutal del ferragosto acabaron con muchos entusiasmos. Quizás por ello, Wojtyla hizo una última advertencia a su particular ejército. "Al regresar no os desperdiguéis", les dijo, consciente de que los "espejismos de la vida fácil", a los que se refirió en su discurso, son más potentes cuando hay que enfrentarse a ellos en solitario. Reconoció la satisfacción de la Iglesia por un encuentro "bello" que ha superado todas las expectativas. Y ello, pese a la imposibilidad de confirmar que los peregrinos han sido, efectivamente, dos millones. En el momento de la comunión de masas, impartida incluso por mujeres diáconos, se vio que hubo formas suficientes para todos, ya que, al menos según la agencia italiana de noticias Ansa, la cifra de comulgantes se mantuvo en un millón.

Si en el discurso del sábado el Papa pidió a los jóvenes un compromiso moral para mejorar el mundo ("vosotros defenderéis la paz, pagando incluso con vuestras vidas"), ayer les invitó a pensar en el sacerdocio o, al menos, a "testimoniar la propia disponibilidad para sacrificarse por los demás", como Cristo.

"La sociedad necesita urgentemente este testimonio, lo necesitan más que nunca los jóvenes, tentados con frecuencia por los espejismos de una vida fácil y cómoda, de la droga y del hedonismo, que arrastran a una espiral en la que se encuentra la desesperación, el sinsentido, la violencia. Es urgente cambiar el camino y seguir la dirección de Cristo, que es la dirección de la justicia, de la solidaridad, del compromiso por una sociedad y un futuro dignos del hombre".En primera fila, a cubierto del sol, escuchaban a Wojtyla las principales autoridades italianas, desde el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, hasta el primer ministro, además de los presidentes de las cámaras y el alcalde de Roma. Al menos dos mil jóvenes fueron atendidos de síntomas de insolación a lo largo de las 24 horas que duró la concentración. Ayer, a la luz implacable matinal, el escenario con su monumental retrato de Cristo y su escalinata floral había perdido parte de su encanto. Hasta la figura del pontífice, vestido con casulla color crema, aparecía desdibujada entre los centenares de prelados que concelebraron la misa.

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