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TRAGEDIA EN SORIA

Los psicólogos defienden que se ocultara la lista de muertos a los padres

Ocho horas de interminable angustia, cinco de ellas encerrados en un autobús, ingorando si el hijo está vivo o en un ataúd. Cuando desde Ripollet y Viladecans los familiares emprendieron camino de Soria, las autoridades autonómicas de Castilla-León y Cataluña ya conocían la suerte de cada uno de los accidentados. A pesar de ello, les ocultaron la trágica lista. El equipo de psicólogos recomendó tomar esta decisión: los padres requerían una atención personalizada imposible de prestar en el interior de un autobús, argumentan.

La experiencia de Banyoles

Los psicólogos y las autoridades autonómicas se esforzaron ayer en defender una actuación que para muchos padres no hizo más que prolongar un insoportable tormento. Pocas horas antes, otro autobús, con sus hijos a bordo, había recorrido esta misma carretera hacia un fatal destino. La ausencia de información incrementaba el desconsuelo. "No sabemos nada. Llamamos a todo el mundo en Soria. No nos dicen nada", se lamentaba en la tarde del jueves uno de los padres, frente al colegio Sant Esteve de Ripollet. La misma queja se repetía en Viladecans. La respuesta no llegaría hasta seis horas más tarde, tras recorrer 450 kilómetros.Ayer, el consejero de Interior del Gobierno catalán, Xavier Pomés, defendía el silencio alegando que en estos casos es mejor, porque las familias se aferran a cualquier soplo de esperanza. Había que trasladar a 160 personas juntas, alega el consejero. A unas les esperaba una alegría y a otras una tristeza infinita. Si se les daba la información, se hubieran creado dos grupos, uno de la suerte, otro de la desgracia. Se trataba de evitarlo y de conseguir que, al llegar, cada uno tuviera una atención personalizada.

A pesar de ello, algunos padres afortunados recibieron discretas ráfagas de información durante el trayecto. La profesora Celia, que había reconocido a los cadáveres en Soria, tuvo aquí un papel otra vez muy importante. Fue llamando a algunos padres y les fue dando la buena nueva.

Pero a ellos, los afortunados, les daba ayer casi vergüenza mencionarlo. Sabían de su inmensa suerte porque de Ripollet "salieron trece y quedan tres". "Es algo inenarrable. Hay gente que ha llegado aquí a Soria y lo ha perdido todo". "No podemos olvidarnos de ellos", decía un padre. No quieren dar la impresión de celebración alguna, de "alardear" de nada.

Las autoridades de Castilla-León y el consejero catalán de Interior, Xavier Pomés, fueron quienes tuvieron la última palabra. Ayer, el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, defendió a ultranza la decisión de los psicólogos. "Nadie sabe", afirmó ayer Pomés, "cómo van a reaccionar unos padres a los que se comunica que su hijo ha fallecido. Y dentro de un autobús no se puede actuar. En Soria disponíamos de equipos adecuados".

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Pero si la decisión del jueves parece, cuanto menos reflexionada, ayer el presidente de la Federación Española de Asociaciones de Psicólogos, Eliodoro Carpinterio, criticó la celebración de funerales colectivos como el del estadio de Los Pajaritos porque, a su entender, no son adecuados para los familiares desde un punto de vista emocional.

Para Carpintero, hubiera sido más sensato haber realizado un traslado de los fallecidos a sus núcleos familiares, con el fin de vitar cuadros "casi histéricos". "Son comprensibles las razones de un acto colectivo, pero son situaciones que no se pueden controlar".eníamos".

La pérdida de alguien es siempre algo traumático. Pero si este alguien es un hijo que ni tan siquiera ha podido soplar las velas de la mayoría de edad, la experiencia puede convertirse en algo casi intolerable. No es la primera que sucede una catástrofe como la de Soria. No hace tanto tiempo, decenas de pensionistas perecieron cuando su embarcación se hundió en el lago de Bañoles. Fue en esta población de Girona donde se llevo a cabo la primera experiencia de ayuda psicológica a familiares de víctimas de accidente. Ayer estos profesionales tenían más experiencia y según su máximo responsable, Jordi Frau, del Colegio de Psicólogos de Girona, todo estaba "mucho mejor organizado". El objetivo de este equipo era que los padres que habían perdido a sus hijos estuvieran atendidos las 24 horas del día. No sólo se les dio apoyo emocional cuando partieron hacia Soria -un equipo de dos psicólogos y un médico se desplazó con ellos en el autocar- sino que en Ripollet cada familia fue atendida otro profesional.Frau también defiende el silencio inicial. Considera que era mejor esperar hasta tener la lista confirmada al 100%. Después les esperaron al pie del autocar y les acompañaron hasta el interior del pabellón. Su misión no se acabó ayer. Les ayudarán en todos los trámites burocráticos, les acompañarán en el duelo y detectarán si van a necesitar un tratamiento prolongado.

Este grupo de profesionales está especialmente creado para atender a familiares de víctimas en casos de accidentes multitudinarios. Fue una iniciativa del Departamento de Interior de la Generalitat y lo forman profesionales del Colegio de Psicólogos, del cuerpo de Bomberos y de la policía autonómica. Este equipo fue el que decidió como organizar el pabellón, el que optó por dejar entrar paulatinamente a los familiares más cercanos y acordonar la zona para que pudieran abrazarse sin los ojos expectantes de un millar de personas.

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