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Trabajadores del desmantelamiento de Vandellòs I denuncian carencias de seguridad en la central

Cerca de sesenta trabajadores de Monlain, una de las empresas contratadas por Enresa para realizar trabajos de desmantelamiento de Vandellòs I, la central nuclear accidentada en octubre de 1989, protagonizaron ayer una huelga salvaje para denunciar, por un lado, una situación laboral que tildan de irregular y, por otro, lo que consideran carencias en materia de seguridad. Los trabajadores denunciaron, entre otros problemas, el número insuficiente de máscaras, la deficiente limpieza, la inexistencia de controles ambientales y el desconocimiento de los resultados de los análisis médicos que se les realizan periódicamente. La Empresa Nacional de Residuos (Enresa) recordó ayer el derecho de los trabajadores a reivindicar sus derechos, pero negó en todo momento carencias en seguridad, un aspecto que calificó de "modélico".

Los trabajadores de Monlain protagonizaron ayer una de las escenas más inusuales en una central nuclear: una huelga ilegal. En principio, el paro de los 60 obreros se realizó para denunciar que están cobrando por debajo de la media estipulada en el convenio provincial del metal y que la empresa se escuda en triquiñuelas para rebajarles a la mitad lo que les corresponde como pagas extra. "Los cargos de Monlain aseguran públicamente que están desmantelando Vandellòs I con la plantilla más barata de España", explicó ayer uno de los trabajadores que, al igual que sus compañeros, prefirió permanecer en el anonimato tras recordar presiones y coacciones por parte de la empresa.

Las quejas de los huelguistas también están referidas a Enresa, titular del emplazamiento nuclear para su desmantelamiento. Según aseguraron ayer, las medidas de protección dispuestas por la sociedad pública adolecen de graves carencias: todos los trabajadores se han sometido a análisis médicos periódicos, pero desconocen los resultados obtenidos; no existen medidores de radiación alfa, altamente contaminante y, que, según explican, únicamente se encuentran en centrales de grafito como la de Vandellós I; no existen talleres de descontaminación de las herramientas con las que trabajan; no se realizan mediciones de contaminación ambiental y las máscaras que utilizan cuando entran en contacto con material contaminado son, por un lado, insuficientes, -"hay gente que en más de un año no se ha puesto una"-, y por otro, ni se comprueba su aislamiento, ni se limpian adecuadamente. Los encargados de "trabajos especiales" (que se desarrollan, por ejemplo, en las piscinas) denuncian que realizan trabajos de más de seis horas diarias ininterrumpidas con máscara, por los que, además, no obtienen ninguna contraprestación salarial. Asimismo exponen que, hasta hace poco más de 20 días, carecían de monos ignífugos y que todas las soldaduras se realizaban con monos de hilo. "Esto sucede en una central de la que toda Europa está pendiente".

Los operarios no disponen en su seguro de responsabilidad civil de ninguna cláusula que les proteja por contaminación radiológica y subrayan que su empresa se escuda para ello en el hecho de que la licencia de obras otorgada por el Ayuntamiento de Vandellós califica el emplazamiento como una obra civil, "cuando es una instalación radiológica".

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