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El PRI apura el poder de su maquinaria electoral en la recta final de las presidenciales mexicanas

Juan Jesús Aznárez

La maquinaria del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI), invencible desde el año 1929, bate el México profundo apresando votos para su candidato, Francisco Labastida, en las elecciones presidenciales del próximo domingo. Un ejército de militantes del partido oficial combina el convencimiento con la coacción, las lavadoras con los pollos, y suma millones. La ignorancia es tanta en muchas aldeas que basta con apuntar el número de credencial del votante o decir que un satélite le vigila para atrapar el compromiso con el oficialismo.

La oposición denunció intimidación ante las autoridades electorales y presentó 400 casos con pruebas documentales mientras el partido oficial reclama su derecho a movilizar a dos millones de burócratas, a sindicalistas, maestros, campesinos, empresarios y a quien haga falta en el generalizado proselitismo en curso. "Todos los hacen, lo que ocurre es que el PRI es un partido nacional y el PRD el PAN , son regionales", destaca Javier Treviño, asesor de Labastida. Los comicios más reñidos de la historia de México elegirán también a los 628 miembros del Congreso.El dinosaurio Víctor Cervera, de 64 años, gobernador de Yucatán, una suerte de Santa Claus para decenas de miles de campesinos, simboliza las viejas prácticas. En dos años distribuyó 90.000 bicicletas (10.000 de fabricación china) y cientos de máquinas de coser portátiles, cemento y vituallas diversas durante la campaña. No se trata de condicionar el sufragio, proclamó en un mitin: "¡Esto es justicia social". No piensan lo mismo en el bando contrario. "Vamos a asistir al fraude más legítimo", protestó Carlos Arce, diputado del PAN, cuyo candidato, Vicente Fox, empata con Labastida en las encuestas.

Cuauhtémoc Cárdenas, contendiente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), de centro-izquierda, tercero en los sondeos, a 20 puntos, alertó sobre posibles cambios de papeletas limpias por otras marcadas y sobre otras maniobras susceptibles de ensuciar el proceso. La intencionalidad de algunas es diáfana: un camión con 4.500 láminas de zinc que se utilizan como techo de vivienda llegó por equivocación a Orizaba, Ayuntamiento de Veracruz administrado por el PAN. El comprador y consignatario de la carga era la Secretaría de Gobierno de ese Estado, pero otro era el domicilio correcto: el de Fidel Kuri, candidato a diputado federal por el PRI, en el el gobierno desde 1929.

El Código Penal castiga la complicidad entre funcionarios y candidatos, la utilización de recursos públicos, la compra de votos a cambio de dinero, de láminas de zinc, bicicletas, botes de pintura o harina Minsa, y una fiscalía especial recibe las denuncias. Pero conseguir sentencias condenatorias rápidas, probar que no son regalos desinteresados o patrióticas aportaciones contra el subdesarrollo es propósito mucho más difícil. "Tengo la certeza de que son hechos aislados", declaró Diodoro Carrasco, ministro del Interior. La oposición y la mayoría de los observadores internacionales tienen la certeza de que es una práctica generalizada e impune, no denunciada masivamente por temor a las consecuencias. "Intenten no pensar como europeos. La gente pobre, del campo, no piensa como yo, que soy universitario, que soy un joven de ciudad". Con esa recomendación interrumpió el lunes pasado un periodista local una conferencia de prensa con diputados panistas y corresponsales extranjeros.

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