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Tribuna:FÚTBOL La gran final de París
Tribuna
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Gracias, vieja

Joaquín Estefanía

El 20 de mayo de 1998 me jubilé de forma voluntaria como aficionado en vivo al fútbol. En Amsterdam, con la Séptima, puse fin a tantos años de apasionamiento y de felicidad en directo. Demasiados días de distancia entre la sexta y la Séptima agotaron mis nervios y capacidad de esperar. Por eso la octava es importante, cómo no, pero es una redundancia en mi currículum de madridista. Sólo hubiera alcanzado en ella el nivel de éxtasis de la anterior si en París hubiese caído el Barça. Pero el equipo del Camp Nou, una vez más, no quiso llegar a la final y nos defraudó, deseosos de apearlo de nuestra competición.Tras el gol de Mijatovic en Holanda me di de baja como socio y como abonado, y decidí no volver al Bernabéu. Cuando pasaba por la Castellana sentía toda la nostalgia de un pasado invencible: la vida me había dado siete Copas de Europa y había quedado extenuado de placer. A partir de entonces, distanciamiento brechtiano del futbol y televisión de pago para ver los partidos. Y vídeos de los amigos para los resúmenes o los partidos completos de las cinco Copas de Europa de Di Stéfano, la sexta de Amancio, el coito interruptus de la quinta del Buitre en Eindhoven (¡qué injusticia!) y la Séptima de Raúl, Mijatovic y el kaiser Hierro (¡no despreciar ahora, por favor!). En la melancolía estaba mi fuerza.

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Contra todo pronóstico llega la octava. Hay quien dice, envidioso, que no nos la merecemos. A veces recaigo en mi enfermedad, lo asumo. Este año, padre, me acuso de haber ido al Bernabéu a ver al Barça (Real Madrid, 3; Barça, 0), al Manchester United y al último Bayern de Múnich. Suficiente para pecar otra vez y viajar hoy a París. En París se gestó la competición europea, buen síntoma. En París ganó el Real Madrid su primera Copa de Europa contra el Stade de Reims. Aquella final bastó para encumbrar internacionalmente al mejor jugador que haya habido nunca: Alfredo Di Stéfano, que marcó. En su biografía Gracias, vieja, que nos acaban de regalar Alfredo Relaño y Enrique Ortego, se dice: "Gabriel Hanot, el periodista de L'Equipe que tanto había luchado por crear la Copa de Europa escribía al día siguiente de la primera final: Di Stéfano es el jugador más completo que jamás hayamos visto, tan buen defensor como atacante".

Es díficil concebir la Copa de Europa sin Di Stéfano, que además de jugador del Real Madrid entrenó al Valencia. Éste es el secreto del partido de hoy: quien disponga del espíritu de la saeta rubia ganará. Durante la temporada, los dos equipos han hecho suyo el dicho criollo de caballo que alcanza quiere ganar, pero Di Stéfano es más del Real Madrid que del Valencia. Si gana el Madrid se saldrá de la tabla de la competición y comenzaré a pensar, insaciable, en la novena: otra recaída. Pero si vence el Valencia, harto improbable, también tendrá mi simpatía: además de haber eliminado al Barça podrá decir que dispone de tantas Copas de Europa como el equipo catalán y le disputará el segundo puesto en la historia de la clasificación.

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