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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Turno para Amato

El presidente italiano, en uso del supremo arbitraje que le concede la Constitución, ha rechazado la convocatoria de elecciones anticipadas y pedido al socialista Giuliano Amato, tras las pertinentes consultas, que intente la formación de un Gobierno continuista de centro izquierda. La decisión de Ciampi sigue a la dimisión irrevocable del ex comunista Massimo d'Alema después de su estrepitosa derrota a manos de la oposición derechista de Silvio Berlusconi en los comicios regionales de la semana pasada. El encargo a Amato -un personaje cerebral y respetado, que ya fuera primer ministro en 1992- de mantener viva una languideciente coalición a la greña (ex comunistas, ex democristianos, marxistas moderados, verdes, etcétera) es en sí mismo un acto de fe. Las circunstancias de su designación, a menos de un año de las próximas elecciones generales, le encaminan, salvo milagro, a ser otro primer ministro de transición.La razón principal que ha movido a Ciampi a rechazar la convocatoria de elecciones anticipadas -una competencia que la anacrónica Constitución deja exclusivamente en manos del jefe del Estado- es que la disolución del Parlamento impediría la celebración del referéndum del 21 de mayo, cuya cuestión clave es la sustitución del sistema actual de representación semiproporcional por otro mayoritario. El método proporcional es una de las causas principales de la inestabilidad crónica italiana, con su sistemático alumbramiento de Parlamentos atomizados. En el actual hay más de 40 partidos. La misma alianza gobernante es una inverosímil reunión de hasta 10 formaciones. Otro argumento a favor de un Gabinete continuista es el rígido mecanismo del Presupuesto, que debe aprobar el legislativo entre septiembre y diciembre.Amato, que fuera mano derecha del fallecido Craxi, tendrá listo esta semana su Gobierno para someterse a la aprobación parlamentaria. Pero difícilmente estará en condiciones de suministrar oxígeno a la coalición derrotada por Berlusconi, aunque consiga ganar la votacion de confianza. El ministro del Tesoro en funciones carece de base política y no es un personaje popular entre los italianos. Y la alianza gobernante ha dejado claro que se reserva el derecho de escoger su candidato para las elecciones de 2001. La reciente experiencia de D'Alema muestra lo que suele suceder cuando el liderazgo del Gobierno es débil o tiene que combatir sus propios taifas. Así las cosas, todo sugiere que Italia, lista ya para su Gobierno número 58 desde la posguerra, puede estarlo antes de que acabe el año para el 59º.

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