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El juez encarcela al parricida y deja en libertad al joven que le acompañaba

El juez Jaime Jiménez Llamas, titular del juzgado número 1 de Murcia, ordenó ayer el ingreso en prisión de J. R. P. después de que éste se reconociera culpable del triple asesinato de sus padres y hermana, cometido el sábado pasado. El joven, de 16 años, fue trasladado a las 19.30 en un furgón policial al centro penitenciario de Sangonera, en Murcia, donde ingresó en un módulo apartado del resto de los reclusos y con especiales medidas de seguridad. El joven declaró ante el juez durante dos horas y fue sometido a un careo con el alicantino O. J. S., de 16 años, que quedó en libertad inmediatamente.Inmaculada Ferrando, la abogada de oficio del único acusado, señaló que el menor declaró ante el juez que, a los pocos minutos de cometer el triple asesinato, alertó por teléfono al 092. Contó a la policía lo que había hecho. "No le creyeron y entonces él decidió marcharse a Alicante", dijo la letrada.

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Por su parte, el joven liberado, O. J. S. dijo a su salida del juzgado que conoció al presunto parricida el pasado sábado, cuando le preguntó dónde estaba la estación de Renfe. O. J. S. asegura que el joven murciano le dijo que "había matado a una persona". Para demostrárselo le enseñó una camiseta manchada de sangre.

J.R.P., de 16 años, estuvo asistido por la letrada de oficio y un funcionario del Servicio de Menores del Instituto de Servicios Sociales de la Región de Murcia, organismo que ejerce la tutela del acusado.

La abogada espera que el juicio, que se realizará con jurado, se celebre pronto. Recordó que J.R.P. se beneficiará de la nueva Ley Penal del Menor cuando ésta entre en vigor, el 13 de enero de 2001. El procedimiento será entonces revisado y el joven tendrá que cumplir, como máximo, cinco años de internamiento en un centro específico de menores.

J. R.P. y O.J.S. pasaron a disposición judicial ayer a las cinco de la tarde. Ambos fueron trasladados en un furgón policial hasta el Palacio de Justicia. Al contrario de lo ocurrido tras su detención, los fotógrafos y cámaras no pudieron verlos.

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