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La Comisión de Desarme confía en que la ruptura con el IRA no ponga fin a la tregua

Berna González Harbour

La comisión encargada de negociar el desarme con los grupos paramilitares de Irlanda del Norte reconoce que se han cerrado los canales de comunicación con el IRA. Pero, a pesar de algunos incidentes aislados registrados en las últimas horas, fuentes de la comisión aseguraban ayer a este periódico que no hay ningún temor a que esa ruptura desemboque en un fin del alto el fuego que el IRA mantiene desde 1997 y que ha hecho posible el proceso de paz. Las fuerzas de seguridad, mientras, creen que algunos paramilitares radicales ya se han escindido del IRA.

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"Los canales que habíamos abierto entre el IRA y la Comisión han quedado cerrados. Pero nadie está hablando del fin del alto el fuego. Eso no está en cuestión", señalaron ayer fuentes de la Comisión Internacional para el Desarme, presidida por el canadiense John de Chastelain. Su opinión era compartida por el Gobierno irlandés, que no teme un regreso a la violencia por parte del Ejército Republicano Irlandés (IRA). De Chastelain comunicó durante el fin de semana al Gobierno británico que el IRA había retirado a su representante ante la Comisión de Desarme tras conocer la suspensión del autogobierno, por lo que Londres no se vio sorprendido el martes por el dramático anuncio de ruptura de los paramilitares católicos. El viernes, mientras el Gobierno británico suspendía la joven autonomía del Ulster, el presidente de la Comisión Internacional conseguía arrancar un compromiso de desarme que entonces juzgó suficiente y del que ayer empezaron a conocerse los detalles: el IRA está dispuesto a destruir su arsenal, bajo la supervisión de la comisión, a cambio de varias condiciones, según desveló ayer The Irish Times.

La primera condición es el anuncio por parte de Londres de cierta retirada de tropas en zonas muy sensibles, como Armagh y Tyrone. Este descenso de efectivos británicos está, además, previsto en el Acuerdo de Stormont. Hoy, el Ejército británico mantiene aún 18.000 hombres acuartelados en sus históricos fortines, que son contemplados por la población católica como un desafío perpetuo a su libertad.

La segunda demanda del IRA es que se lleve hasta sus últimas consecuencias la reforma de la policía (RUC) propuesta por Chris Patten y aprobada recientemente por la Cámara de los Comunes. Los unionistas se oponen a una reforma que contempla el cambio de uniforme, el fin de la insignia de la corona británica y la paridad de agentes protestantes y católicos en sus filas (hoy éstos son muy minoritarios). Y la tercera es la revisión de la legislación antiterrorista de Irlanda del Norte, que aún permite la detención durante siete días sólo para el interrogatorio.

Las peticiones del IRA, bastante asimilables para Londres y mucho menos para los unionistas, han quedado, sin embargo, congeladas tras la decisión del IRA, el martes, de romper con la comisión de desarme y de retirar sus propuestas.

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Presiones internas

El Consejo del Ejército del IRA, mayoritariamente acorde con la línea del Sinn Fein favorable al acuerdo de paz, ha sufrido en este tiempo grandes presiones por parte de los más radicales para que no diera ningún paso hacia el desarme. El temor a una escisión creció tras la suspensión del autogobierno por parte de Londres y se ha materializado estos días en Armagh, según fuentes de las fuerzas de seguridad citadas por The Irish Times. Varios miembros de la brigada del IRA en este condado se han ido alejando paulatinamente de la línea del Sinn Fein y se han pasado al IRA Auténtico, según esas fuentes.

El lunes por la noche, tres hombres enmascarados, uno de ellos armado, secuestró un taxi en Lurgan y colocó en su interior una bomba trampa que la policía explosionó de forma controlada. Un coche y una furgoneta también fueron robados, colocados en la principal línea de ferrocarril entre Dublín y Belfast e incendiados. La policía no duda de que se trata de nuevos disidentes del IRA. Ayer mismo, varias personas fueron detenidas por tenencia de armas en Belfast oeste, la zona católica de la capital norirlandesa. Los incidentes, pues, han vuelto a las calles del Ulster en los peores días desde la firma del Acuerdo de Viernes Santo, en abril de 1998. Y la decisión del IRA de retirarse de las negociaciones de desarme se interpreta aquí como la única forma de contener la furia de los republicanos contra el Gobierno británico.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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