La sencillez del talento

Benito Zambrano se presentó ayer en el hotel Plaza de Armas de Sevilla con sus dos goyas metidos en la mochila. La actriz María Galiana se dejó su premio olvidado en el coche de su hija. Estaba saludando a los fotógrafos cuando se dio cuenta de su error. Menos mal que su hija volvió corriendo para darle el Goya a su madre. Al director y a la actriz les rebosa una cualidad: la sencillez que suele tener la gente con talento.Son dos de las personas que han hecho posible el éxito de Solas. Los cinco goyas que se llevó la película (dirección novel, Benito Zambrano; actriz de reparto, María Galiana; actriz revelación, Ana Fernández; actor revelación, Carlos Álvarez-Novoa; y guión original, Benito Zambrano) dominaban ayer el ambiente. Zambrano, Galiana y el productor de Solas, Antonio P. Pérez, ofrecieron una conferencia de prensa en el hotel. La sencillez de Zambrano y de Galiana dieron calidez al acto.

"Bueno, familia, pues eso... Muchísimas gracias. Vengo de Lebrija", comentó Zambrano en un salón del hotel a sus antiguos compañeros de profesión. Porque Zambrano, antes de ser director de cine, fue fotógrafo de prensa y cámara de televisión. Luego, tras soltar una carcajada, miró sus dos goyas. "Esto tiene un problema", dijo en alusión al peso de los premios. "Voy a terminar con agujetas". Los fotógrafos empezaron a irritar a los cámaras, que consideraban que se estaban excediendo en su celo y no les dejaban enfocar a Zambrano. "El último paga todos los carretes de los demás", le dijo el director a un fotógrafo que se esmeraba por hacer la instantánea de su vida.

Y en la conferencia de prensa salió a relucir, inevitable, el nombre de Pedro Almodóvar, que ganó siete goyas con Todo sobre mi madre (entre ellos el premio a la mejor película). "Fui a saludar a Almodóvar. Le di un abrazo. Otros compañeros de la prensa se empeñaron en hacer una especie de enfrentamiento entre nosotros. Como David frente a Goliat. Esto me daba preocupación. Almodóvar no necesita premios que reconozcan su trabajo. Ojalá yo tuviera la mitad de películas que tiene hechas. Almodóvar abrió ventanas y metió aire fresco en el cine español", explicó, caballeroso, Zambrano. Y remató, mirando con un desdén juguetón la efigie gruñona de Goya: "Esto a la larga son cachos de hierro".

Zambrano demostró que es buena gente y que las envidias y las intrigas le resultan tan ajenas como un iglú a un beduino. Galiana fue menos comedida que Zambrano y lanzó sus dardos irónicos contra Antonia San Juan, que presentó los Goya y que encarnó a uno de los personajes de Todo sobre mi madre. Antonia San Juan sólo saludaba a los suyos, recordó Galiana. "El clan Almodóvar está cerrado. Salen los suyos y la presentadora dando saltos. Nadie del clan Almodóvar nos dijo ni ahí te pudras", comentó la actriz. Antonio P. Pérez lamentó que la necesidad de reconciliación que tenía la Academia de Cine con Almodóvar "perjudicara" a Solas la noche del sábado. Zambrano escuchaba sonriente a sus compañeros.

Pero la mejor prueba de la sencillez del director -y de su radical diferencia respecto a Almodóvar- tuvo al Príncipe como pretexto. Almodóvar quiso ser "algo más Marilyn" para cantarle Cumpleaños feliz a don Felipe. Zambrano saludó al Príncipe "con respeto" para corresponder a su amabilidad. Es difícil imaginar al de Lebrija cantándole al Príncipe por su cumpleaños. "Yo, salud, República, hermano. Me lo tuve que callar", confesó Zambrano.