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"Soc un escriptor amb poble"

Nunca el topónimo de Castalla ha paseado tanto por los medios de comunicación. Desde que ha saltado la noticia del traspaso de Enric Valor se repite, una y otra vez. Sin embargo, en Castalla, unos cuantos mezquinos, empujados por otros roñosos, arrancaron el nombre de Valor en un auto de fe, lo picaron en un aquelarre de intolerancia, como hacían los seus, después de la guerra del 36. Inútil esfuerzo el de estos ruines, enemigos de la cultura y los intelectuales, que todavía ningunean a Fuster o a Sanchis Guarner o a Estellés y persiguen a las universidades. No han podido evitar que su pueblo sea conocido y su nombre ya esté unido para siempre al de Castalla: "Soc un escriptor amb poble", me decía. "Castalla és la meua formació primera i profunda, que no es perd en tota la vida. No és l"univers, però allí el vaig conèixer".Su Foia de Castalla le proporcionó tanto placer que ubicó allí su obra "perquè era una forma de nacionalitzar la meua narrativa, perquè ningú l"havia literaturitzat i per compartir la meua gran estima". Castalla le enseñó la lengua con la que trabajó -una llengua tan clàssica, tan ben parlada!- y le dibujó su país: "On parlen la llengua que es parla a Catalla és la meua nació". Siempre ha acudido donde la lengua lo necesitaba y se propuso, primero, salvar el idioma y, luego, cultivarlo. Dio clases de catalán con un policía vigilando, però "amb dues setmanes de verbs irregulars vaig espantar el policia"; y se transfiguró en gramático normativo para perpetuar la lengua amenazada. Valía la pena sacrificarlo todo: "tot el que estime i he amat està dintre de la llengua catalana. Estem fabricats, engendrats, amb el nostre idioma".

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La II República fue su ilusión y la oportunidad de practicar sus ideas: "construir una societat justa, on les persones pel fet de nàixer ja siguen persones i tinguen accés al treball, a la cultura. I vull la vida nacional plena. Els homes i els pobles tenen dret a ser lliures". La Dictadura sustituyó el sueño por el horizonte cerrado, truncó también su vida y llevó puestas las novelas en la mente sin poderlas parir: "n"hauria escrit més de trenta. La meua vocació literaria ha estat tan gran que he pogut realitzar-la entre penalitats i desastres". Topó con la censura, se empeñaron en suprimir un adulterio. Como un pretexto, un ejercicio menor, publicó las Rondalles, aunque, "sempre he tengut ganes de novelar la meua contemporaneïtat. Però "ells". no volien novel-les en català perquè això dona maduresa a la llengua". Hombre de compromisos y fidelidades, pasiones y amores, pero, sobre todo, un escritor con pueblo: "tinc voluntat de millorar la Humanitat, que m"entenga el meu poble i taste bellesa, però vull que la narració tinga valor estètic i literari". Y llevó sin vanidad el ser el mayor novelista: "el meu record dapareixerà i el de la meua obra també; l"eternitat és tan immensa que se"l menjarà. Com a agnòstic panteista sé que l"única cosa gran és l"univers i la grandesa més gran de l"home és saber que existeix i està en un punt de la galàxia".

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