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La mujer que puede ser "míster"

Natalia Astrain Masa, navarra de 23 años, es la primera mujer en España que ha conseguido el título de entrenadora nacional, lo que la coloca en disposición de convertirse en míster, apelativo común que designa a los entrenadores de fútbol. El privilegio esconde un camino plagado de zancadillas. "Llegas a la concentración en Zaragoza y aunque todos saben que vas a estar allí, ven una chica y ¡zas! Se dan la vuelta y se te quedan mirando, a pesar de que te han visto en la lista de inscritos". Una intrusa en un mundo de hombres poco deseosos de ampliar los límites de su exclusivo universo.Natalia, obviamente mujer, aspiraba a ser entrenadora de élite, a ocupar un banquillo que hasta la fecha sólo ha conocido posaderas de hombres. Un trauma, para algunos: "Hubo compañeros que desde el principio me animaron, sobre todo algunos que venían de entrenar en fútbol femenino, como yo. Sin embargo, también había gente que te miraba de manera rara; por supuesto no te decían nada, pero luego te enterabas de que comentaban cosillas a la espalda". También tuvo que luchar con la presión de ser la primera: "Todos te miraban todo el rato, estabas seguida y casi juzgada a cada minuto. Debes de demostrar porque no has hecho nada y porque eres mujer. Si lo haces bien, vale, pero si lo haces mal, ya sabes que tienes encima el que te va a decir que es normal porque eres una chica. De hecho, un día el vicepresidente de la federación aragonesa vino exclusivamente a ver como hacía un examen práctico".

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Pura vocación

Natalia empezó entrenándose con equipos de chicos -no existían conjuntos femeninos- para seguir los encuentros desde la grada. "Así me tiré un tiempo, y luego supe que había un torneo para chicas en el Valle de la Ultzama, y claro, fui de cabeza. Mas tarde, en Barañain, en la Sociedad Deportiva Lagunak, cogieron a casi todas las chicas que jugábamos e hicieron un equipo, casi una primera selección navarra...", que competía contra equipos guipuzcoanos.

La vocación de entrenadora se le despertó a Natalia en el colegio religioso de las Concepcionistas, en en el cual sólo había chicas. Sin embargo, con el paso de los años fueron entrando chicos pequeños al colegio. "Yo siempre he querido ser entrenadora, así que pedí al consejo de padres que me dejara llevar al equipo de los de 6º de EGB de aquella época. Ese fue mi inicio en un banquillo". Más tarde fueron llegando otros equipos y también la posibilidad de hacerse cargo de toda una selección territorial, como la femenina de Navarra. Pero Natalia se había empeñado en alcanzar su cima y entrenar a un equipo de élite: "Todavía es un sueño, eso sí, un sueño que no pierdo de vista. También tengo claro que lo tengo complicado por el hecho de ser mujer".

Natalia obtuvo el título el pasado mes de julio, un mes dedicado única y exclusivamente al fútbol que acabó saturando a la aspirante navarra. " Nos levantábamos a las seis de la mañana todos los días y a las ocho ya estábamos con las botas puestas en la Ciudad Deportiva del Zaragoza para realizar las prácticas sobre el césped. De ahí hasta la una y media, comer y a la tarde nos encerrábamos en un aula y toda la tarde teníamos clase teórica de lo que tocara. Al final, todo un día dedicado a lo mismo".

Uno de los profesores con los que contó Natalia en Zaragoza fue Iñaki Sáez, compañero de viaje en la selección española de Javier Clemente, cuyo estilo Natalia no comparte demasiado: "A mí me gusta mas el fútbol de toque, aunque por supuesto, siempre tienes que contar con los jugadores que tienes y la situación que te toca. De todas formas, yo cuando estoy entrenando con las chicas hago fútbol enseñanza y quiero que aprendan a tocarla, que para pegar el patadón no hace falta enseñar mucho". Hay entrenadores de Primera División que todavía no tienen tan claro unos principios tan básicos.

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