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Invitado por rusos, detenido por rusos

El enviado especial de EL PAÍS relata cómo fue apresado en el interior de Grozni

La ruta norte desde Ingushetia hasta Grozni, dando un gran rodeo para caer en el barrio de Stáraya Sunzha es larga, y tiene seis o más puntos de control por los que hay que pasar. Sólo un milagro podía hacer que los periodistas que la mañana del miércoles salimos de Nazrán, la capital ingush, llegáramos a la meta final. Después de cinco horas de camino lo logramos, sin pagar un centavo y limitándonos a mostrar nuestras acreditaciones expedidas por el Ministerio de Exteriores. A la entrada del barrio de Stáraya Sunzha, los soldados no cerraron el paso: a pocos metros estaba el frente y, decían, era suicida intentar acercarse más. Pero al ver nuestro gran deseo, el oficial de guardia junto con el Mayerbek, el vicejefe de los milicianos chechenos que combaten al lado de los rusos, decidieron llevarnos a la posición de avanzada.Un oficial que dijo ser del Servicio Federal de Seguridad (SFS), admirado por nuestra osadía, dio también su visto bueno y antes de que el Mayerbek nos guiara, vieron nuestras acreditaciones y anotaron nuestros nombres. Nada predecía los problemas que siguieron. No nos imaginamos que en las posiciones a las nos conducían, el jefe informaría a sus superiores de que unos periodistas "habían aparecido" en su zona de responsabilidad.

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En primera línea del frente de Grozni

El general del Ministerio de Interior que nos esperaba al regreso de las posiciones nos informó que estábamos detenidos y que seríamos llevados en helicóptero a Mozdok, la principal base militar en el Cáucaso del Norte. Mientras el general nos decía que habíamos entrado ilegalmente en la zona de combates, un oficial nos filmaba y nos sacaba fotos sin parar.

Ya en Mozdok nos llevaron a la sede del SFS, donde procedieron a interrogarnos. Tuve suerte: fui al que más interrogaron. Comenzaron con un oficial del SFS, al que después se le unió el vicejefe del servicio de prensa de las tropas rusas en el Cáucaso del Norte, y entonces hubo que volver sobre las mismas preguntas; por último fui interrogado por otro militar, que vestía de civil, aparentemente de la Inteligencia Militar (IM). En ningún momento me trataron mal, fueron educados e incluso diplomáticos, pero muy insistentes. Les interesaba, ante todo, cómo habíamos podido pasar los puestos de control y por lo visto suponían que habíamos llegado por senderos desconocidos. El oficial del SFS me hizo notar había violado dos reglas: no tenía acreditación especial para trabajar en Chechenia, dada en Mozdok, ni para visitar las posiciones de las tropas, que otorga Defensa. Después de explicar repetidas veces que no tenía conocimiento de esas reglas y que habíamos asumido que era suficiente la acreditación de Exteriores más la del Rosinformtsentr, el centro de información organizado por los militares, me dijeron que por esta vez se limitaban a advertirme sobre las normas vigentes y si era sorprendido otra vez infringiéndolas, pedirían la anulación de mi acreditación de corresponsal, lo que significa que uno debe abandonar el país. A estas violaciones se agrega el hecho de que no tenía pasaporte ni visado, aunque oficialmente es suficiente la acreditación de Exteriores para desplazarse por Rusia.

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