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Un proyecto accidentado

La Agencia Antidroga anunció el pasado verano su proyecto de abrir una unidad de venopunción en el poblado marginal vallecano de Las Barranquillas. El plan no gustó al Ayuntamiento de Madrid, que en septiembre prometió estudiarlo.Casi tres meses después, la comisión municipal antidroga aprobó, por unanimidad del PP, PSOE e IU, crear un grupo de técnicos y políticos para seguir analizando el plan. Los concejales se quejaban de que el Gobierno regional no les había explicado su proyecto con detalle y reclamaban algunos cambios, como que las narcosalas cuenten con duchas y den comida.

El alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, había manifestado días antes que el proyecto no le gustaba. Poco después matizó sus palabras y reclamó que este servicio se abriese en varios puntos de Madrid y de España, y no sólo en Vallecas.

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El plan cuenta con el apoyo unánime de la Asamblea de Madrid. Los diputados del PSOE e IU lo apoyaron una vez que el PP aceptó las modificaciones que le propusieron. La oposición reclamaba la presencia de trabajadores sociales en estos recintos, y también pedía que en ellos se realizasen análisis de la droga que fueran a consumir los usuarios.

También la Unión Española de Asociaciones de Atención al Drogodependiente (UNAD), que agrupa a 270 entidades, 30 de ellas madrileñas, está a favor de estos puntos de inyección, "siempre que no supongan abandonar otros programas". La iniciativa cuenta, asimismo, con el apoyo del Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio del Interior, que lo subvenciona.

El presidente regional, Alberto Ruiz-Gallardón, anunció ayer su intención de abrir en febrero la narcosala de Las Barranquillas. Pasados seis meses se hará la primera evaluación de la experiencia y se elaborará el plan de creación de nuevas unidades de venopunción.

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Este recinto, por el que pasarán cada día unos 150 toxicómanos, abrirá doce horas diarias y estará atendido por un médico, un trabajador social, tres enfermeros, un auxiliar, un vigilante y un conductor (para traslados de emergencia).

La narcosala pretende ofrecer un lugar donde consumir drogas en condiciones dignas a toxicómanos muy desarraigados que ahora se inyectan en eriales y alcantarillas. En ella se facilitarán jeringuillas, agua destilada y desinfectantes. Con este servicio se persigue acercar a la red asistencial a drogodependientes alejados de ella.

Ruiz-Gallardón asegura también que cuando se desmantele el poblado marginal vallecano de La Rosilla (en primavera del 2000 si se cumplen las previsiones), el centro de emergencia para toxicómanos ubicado en él se trasladará a Las Barranquillas, junto a la narcosala.

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