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ARTE

La policía investiga a un pintor por retocar cuadros ajenos y hacerlos pasar por propios

La Brigada de Patrimonio Histórico del Cuerpo Nacional de Policía investiga desde mediados de noviembre la obra del pintor E. J. C., denunciado por otro artista que le acusa de plagiar sus obras para firmarlas con su nombre. El artista original, Antonio Pradales, de 65 años, reconoció como propias al menos dos obras que el denunciado, tras someterlas presuntamente a diversos retoques, presentó bajo su firma en una exposición celebrada el pasado mes en la galería Altea y patrocinada por la asociación cultural Fórum Filatélico.

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Manolo González, jefe de la brigada de Patrimonio Histórico, reconoció el pasado viernes que los dos cuadros expuestos, más otros cinco de Antonio Pradales y uno de su hijo Juan Antonio, también pintor, fueron manipulados sobre su soporte original y posteriormente presentados en la exposición. "Así lo ha reconocido el autor de la manipulación, el denunciado", aseguró González. Toda la obra de E. J. C. está requisada y se encuentra en estos momentos en los laboratorios de la Policía Científica, donde se realizarán pruebas sobre los cuadros para averiguar qué materiales se han utilizado sobre ellos. La denuncia está a la espera de su reparto en los juzgados madrileños, donde un juez decidirá si la admite a trámite y autoriza las pruebas."Se han identificado estas obras de los Pradales, pero durante las investigaciones también creímos percibir los trazos de otros artistas en otras obras expuestas. Nos pusimos en contacto con ellos para ver si las reconocían como suyas", comentó González. Sin embargo, algunos de estos autores negaron que las obras fueran suyas y otros testificaron que habían colaborado con el denunciado.

"Yo compré dos cuadros hace unos años por 8.000 pesetas en el Rastro y los utilicé en mi estudio para desarrollar mi obra", dijo el pasado viernes E. J. C., pintor profesional de 46 años que desde 1974 ha presentado sus óleos en al menos 70 exposiciones, entre colectivas e individuales. "Rompo los cuadros para hacer sobre ellos pruebas con diferentes materiales como procedimiento técnico de investigación", continuó este artista. Es decir, toma el soporte original y lo manipula hasta obtener un resultado que finalmente expone con su firma. "No sé si esto se puede hacer o no", aseguró, "mi pintura no se parece en nada a la de Pradales; trabajo con el juego de las transparencias, reflejos y veladuras, no copio simplemente la realidad". En el catálogo de su exposición se recogen excelentes críticas a la misma por parte del periodista Tico Medina y del escritor Arturo Pérez-Reverte, entre otros.

Por su parte, Antonio Pradales presentó la denuncia después de que una amiga de su hija, que también pinta, viera en la exposición de la galería Altea unos cuadros que se "`parecían mucho" a los suyos. "Fui a verlos y no se parecían, sino que eran los mismos, pero destrozados", aseguró este pintor. Aparte de que le duele la manipulación a la que fueron sometidos, Pradales reconoce que denunció los hechos "por miedo a que este pintor, que vive de ello y registra los derechos de autor de sus obras, pudiera en su día denunciarme a mí por pintar, por ejemplo, una puntilla que es originalmente mía".

La posibilidad de que estas manipulaciones constituyan un delito viene reflejada en el artículo de 270 del Código Penal, referido a la propiedad intelectual. En este artículo se dice que será castigado con pena de prisión de seis meses a dos años, o de multa de seis a veinticuatro meses, "quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o sus concesionarios".

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E. J. C. actuó presuntamente "con ánimo de lucro y en perjuicio de terceros" porque ofrecía los cuadros manipulados para su venta en "cerca de medio millón de pesetas", según los denunciantes, que los habían vendido por 10.000, 20.000 y 25.000 pesetas.

El denunciado "reproduce y plagia al tomar el soporte original de la obra y añade sobre él elementos pictóricos que recrean azulejos clásicos y de factura arabesca y hacen que la obra aparezca con una pátina, como si estuviera reflejada en ellos", según los denunciantes. Además, "al exponer estos óleos tras su tratamiento, se le puede aplicar la parte del artículo 270 que se refiere a que distribuya o comunique", añaden.

Según aseguraron expertos en temas de derechos de autor, el contencioso se sitúa entonces en que el denunciado no acudió a los "titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual" para pedirles autorización a fin de manipular su obra y firmarla como propia. Si lo hubiera hecho, y Pradales le hubiera permitido expresamente la utilización de su obra, o bien si el denunciado hubiera citado al autor original, no se habría llegado a "la sorpresa de encontrar en una exposición el cuadro que uno ha pintado bajo la firma de otro al que no se ha visto nunca", como describió Pradales.

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