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10 AÑOS SIN MURO

Gorbachov pide un liderazgo internacional en el aniversario de la caída del muro de Berlín

Pilar Bonet

La situación en el mundo ha empeorado en los diez años que han pasado desde la apertura del muro de Berlín, y los políticos actuales no están a la altura de los desafíos del siglo XXI. Con esta conclusión pesimista cerró ayer el ex presidente soviético, Mijaíl Gorbachov, el coloquio que le reunió en Berlín con los otros dos grandes protagonistas del fin de la guerra fría: el expresidente norteamericano, George Bush, y el excanciller alemán, Helmut Kohl. "Nos falta un liderazgo político", dijo Gorbachov tras la reunión en que los viejos amigos habían recordado el otoño de 1989.

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El ciudadano berlinés George Bush

El coloquio de los grandes personajes históricos, organizado por el semanario conservador Welt am Sonntag, era uno de los puntos culminantes de la celebración del décimo aniversario de la apertura del muro de Berlín, que será conmemorado hoy con una sesión especial del Bundestag (Parlamento federal alemán).El historiador británico Timothy Garton Ash, que moderó el coloquio, trató de reconstruir cómo habían vivido los tres dirigentes la caída del Muro. Kohl se encontraba entonces de visita oficial en Polonia, Bush siguió los acontecimientos por televisión, preocupado por Gorbachov, mientras éste dormía tranquilamente en su dacha de las afueras de Moscú, y sólo se enteró al día siguiente, cuando, tras despertarse, recibió la llamada del embajador soviético en la RDA.

De los tres ponentes, Gorbachov fue ayer el más combativo. El expresidente de la URSS interrumpió al moderador, a Kohl y a Bush y no dejó que lo interrumpieran a él en ninguna ocasión. Ni Kohl, ni Bush ni Garton Ash se obstinaron en llevarle la contraria, y en el aire quedó flotando la duda sobre si tal actitud se debía a la falta de argumentos de los ponentes o a la falta de deseo de utilizarlos. En el patio de butacas se encontraba Irina, la hija del expresidente soviético que ha sustituido a su fallecida madre como acompañante en los viajes de Gorbachov. Éste puso el acento en los factores geoestratégicos que habían conducido a la reunificación de Alemania. El exlíder soviético dibujó la perspectiva internacional en la que se insertaba la reunificación, a saber: un contexto en el cual EEUU y la URSS negociaban sobre el desarme nuclear y sobre un nuevo orden mundial.

Kohl, a su vez, valoró que Gorbachov hubiera confiado en los alemanes cuando éstos le aseguraron que no habría ningún ataque a las fuerzas soviéticas en la RDA y admitió la importancia del factor geoestratégico. El movimiento popular a favor de la unificación, fue importante, pero ésta no se hubiera conseguido sin el acuerdo de las superpotencias, dijo Kohl. El canciller tanteó a los dirigentes húngaros en el verano de 1989 para saber si éstos confiaban en Gorbachov, y se quedó satisfecho cuando éstos aseguraron que éste era "buena gente". El vino con el que regaron sus encuentros fue clave para pasar al tuteo.

El ex canciller alemán distinguió entre Gorbachov y el Politburo, el órgano colectivo de la dirección soviética, constituido por personajes que, según el canciller, no estaban muy inclinados a la política de perestroika que Gorbachov había emprendido. El Politburo y la dirección soviética de 1989 provocaban los mismos sentimientos de inseguridad en Bush que en Kohl. El presidente norteamericano confesó que en la noche del 9 de noviembre se sentía "preocupado" y reveló que había rechazado los consejos de alguno de sus colaboradores que le proponía acudir al día siguiente al muro. Bush consideró que tal paso hubiera sido "muy arriesgado" porque iba a poner en peligro al presidente de la URSS. "No sabíamos qué fuerzas se podían desatar", afirmó Bush, quien consideró "inmoral ponerle el dedo en el ojo" a Gorbachov, cuando éste se estaba enfrentando a problemas potencialmente muy peligrosos en su país.

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El expresidente norteamericano indicó que en 1989 estaba sometido a fuertes tensiones, ya que actuaba en función del miedo a perjudicar a Gorbachov, mientras se veía presionado por quienes querían que fuera más lejos y fuera más explícito ante la URSS.

Bush justificó con este argumento la falta de expresividad y de emociones que le fue achacada tras la apertura del Muro. "No queríamos complicarle aún más la vida a Gorbachov", dijo, y afirmó que la historia todavía no ha dado reconocimiento merecido a Gorbachov.

De creer al líder soviético, las preocupaciones de su amigo Bush resultaban infundadas en 1989, ya que ese año su posición al frente de la URSS era más fuerte que nunca. La clave de su fortaleza estaba en las primeras elecciones libres que se celebraron en la URSS y en la primera reunión del Congreso de los Diputados Populares soviético, que durante 10 días de sesiones transmitidas en directo por la televisión, cambió totalmente el estado de la opinión pública del país. "En ese momento, comenzó la pérdida de poder del Politburo", dijo Gorbachov.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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