El nuevo rey de Marruecos rompe con 40 años de abandono oficial del Rif
Decenas de miles de personas invadieron ayer las calles y plazas de Tetuán, la antigua capital del protectorado español en Marruecos, para recibir al rey Mohamed VI. El joven soberano inició hace dos días una gira por el norte del país -desde Tánger hasta Uxda, en la frontera con Argelia- para poner fin a un aislamiento oficial que ha durado 40 años. El recuerdo de la sangrienta represión de la rebelión rifeña por el entonces heredero del trono, el futuro Hassan II, nunca se borró del todo de la memoria popular.
"Esto es el fin del bloqueo del norte. Este rey nos está devolviendo la esperanza y la sonrisa", decía ayer Abdul en Tetuán. Nieto de un combatiente de la guerra del Rif contra el poder colonial español en los años veinte e hijo de un militar que participó en la guerra civil española en el bando franquista, Abdul era categórico: el nuevo rey está decidido a reconquistar el corazón de los los rifeños, conocidos por su ancestral rebeldía."Su padre abrió una herida profunda en el corazon de los norteños", reflexionaba en voz alta Abdul, "él, Mohamed VI, la está cerrando con valentía y cariño". Poco después de la independencia del país, entre 1958 y 1959, las tropas del general Ufkir y del entonces príncipe heredero Mulay Hassan causaron miles de muertes en la región.
Durante 10 días, Mohamed VI recorrerá más de 2.000 kilómetros en coche descapotable, deteniéndose en los lugares más simbólicos del antiguo protectorado, como Chauen, Alhucemas, Nador y Ajdir -cuna del emir Abdelkrim, el líder de la revuelta contra las fuerzas españolas- antes de seguir viaje a Uxda.
El nuevo monarca marroquí, que ya ha visitado Larache, también en el antiguo protectorado español, proseguirá después su gira oficial por el país por Fez y Mequinez antes de regresar a Rabat. Mohamed VI, que hizo un largo recorrido a pie por las calles de Tetuán y rodeó la plaza de Feddan antes de entrar en el palacio real, la antigua residencia del alto comisario español para Marruecos, rompió repetidamente el protocolo para acercarse a la gente. Saludó y estrechó la mano a muchos ciudadanos, mientras los servicios de seguridad del monarca provocaban carreras y empujones en medio de la aglomeración humana.
El joven rey parecía querer mostrar que es él quien manda, y que su acercamiento al pueblo no es un mero gesto, sino un estilo nuevo de reinar que quiere marcar una época también nueva para el país.
Mohamed VI inauguró ayer en el Rif las primeras obras de dos importantes vías de comunicación destinadas a articular el norte de Marruecos: la autopista que unirá Tetuán con la localidad de Fnideq (Castillejos, en la época colonial), en la frontera de Ceuta, y una nueva carretera desde ese mismo lugar hacia Tánger, serpenteando a lo largo de la costa. La ceremonia se llevó a cabo a apenas tres kilometros de Ceuta.
Nuevas vías a Ceuta
El proyecto de autopista de peaje entre Tetuán y Fnideq tendrá 40 kilómetros de longitud y servirá para descongestionar el denso tránsito de la zona costera mediterránea marroquí, sobre todo durante las vacaciones, cuando llegan los emigrantes residentes en Europa, informa Efe. La carretera que une hasta ahora estas dos ciudades es la que registra el tráfico más denso del país, con cerca de 28.000 vehículos diarios."Hay que ver en todo ello la voluntad de recuperar le vertiente mediterránea de Marruecos", dijo Mohamed Larbi Messari, titular de la cartera de Información, tetuaní, al igual que Omar Azziman, de Justicia. Otros cinco ministros son norteños, y el propio jefe del Gobierno, el socialista Abderramán Yussufi, es originario de Tánger. "Después de perder Ceuta y Melilla, Marruecos se replegó hacia el interior y dejó abandonada la zona norte. El rey ha iniciado el regreso. Es el reacercamiento definitivo a España", destacó Messari.
Los seis millones de marroquíes que viven en el norte, y en especial los rifeños, esperan ahora que las cosas comienzen a cambiar. Decenas de miles de escolares, ancianos, mujeres, hombres... invadieron bulliciosamente ayer las calles de Tetuán. Las plazas de España y de Primo de Rivera, como aún las siguen llamando los tetuaníes, se hallaban abarrotadas ante la visita de Mohamed VI. Y aunque las ventanas y los balcones estaban cerrados y custodiados por la policía, tras las celosías parecían brillar ya miradas de esperanza.
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