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Reportaje:

Tortugas ninja en la escuela

PEDAGOGÍAA. FERNÁNDEZ, Córdoba ¿Dónde quedó la gallina Caponata? ¿Qué fue de Epi y Blas? ¿Era realmente didáctico contemplar los sufrimientos del pequeño Marco? La aparente inocencia de las series de animación puede convertirse en un arma peligrosa si éstas utilizan la violencia como elemento central de su discurso. En los últimos tiempos, encender la televisión en horario infantil no es garantía suficiente para que atracos, robos y peleas inunden la pantalla. Las tortugas ninja son sólo un ejemplo, pero de él se ha servido el catedrático del departamento de Filología Española y sus Didácticas de la Universidad de Córdoba, Luis Sánchez Corral, para elaborar un estudio acerca del discurso de la violencia en los dibujos animados y el efecto que éste genera en los niños. La investigación se llevó a cabo en el Colegio Público Joaquín Tena Artigas de la barriada cordobesa de Alcolea. La recogida de datos se planteó como una actividad más de clase, sin explicar a los niños que se trataba de un experimento y contando con el profesorado habitual del centro. Con ello, se perseguía evitar un posible cambio en las respuestas inducido por la presencia de personas extrañas. La muestra se realizó en dos aulas distintas de 4º y 8º de la antigua EGB. Donatello, Raphael, Michelangello y Leonardo, los americanizados protagonistas de la serie, eran de sobra conocidos por todos los niños. Ni uno de ellos hubo que no supiera quiénes eran las famosas tortugas ninja. No en balde, la serie se dejó de emitir por televisión un año antes del desarrollo del experimento. En primer lugar, se les mostró en vídeo un capítulo de la serie. El desarrollo del episodio era fiel al conjunto de las aventuras de las conocidas tortugas: los protagonista se enfrentan a una prueba complicada; tras varias peripecias se llega a una lucha que conduce a la victoria de las tortugas; por último, se ensalza y glorifica a los vencedores. Los chavales siguieron con atención el desarrollo de la trama. Después, se les proporcionó unas láminas del cómic original en el que se inspiró la serie. Allí estaban los dibujos, pero los bocadillos destinados al texto aparecían vacíos. De este modo, los niños tuvieron que reescribir la historia, creando un nuevo guión para la serie. No acaba aquí el experimento, la última parte del capítulo no aparecía en las viñetas, por lo que los alumnos debían de crear un nuevo final para el episodio. Muy pocos fueron los niños que consiguieron escapar del discurso creado por la serie. La inmensa mayoría de los finales propuestos recurrían a la violencia para mayor gloria de los protagonistas. Si bien, excepcionalmente, una minoría de los chavales prefería el diálogo como forma para acabar con la discusión; incluso, algunos de ellos, acudieron a la negociación como forma más útil para solucionar el conflicto. Según constató el estudio, de manera generalizada, los alumnos con mayor capacidad cognitiva y mejores resultados académicos fueron los únicos capaces de huir del discurso de la violencia dando lugar a nuevas situaciones y dirigiendo la historia por otro cauce. El resto repetía de manera casi calcada frases y expresiones recogidas en el vídeo. "Destruiremos a ese gigante, nuestros dioses nos apoyarán" o "si el débil se equivoca, lo pagará con la muerte", fueron algunas de las expresiones que más impresionaron al profesor Luis Sánchez Corral. Según explica el investigador, los receptores del mensaje quedan anulados por la fascinación que éste produce en ellos. Personajes muy buenos, frente a malos malísimos. Héroes que ganan, sin que importen los métodos utilizados. Malos que pierden, porque además se lo tenían merecido. Todo ello, construye un mensaje del que difícilmente el niño logra escapar. Tras el estudio, Sánchez Corral propone la inclusión en el currículo escolar de ejercicios de este tipo que permitan al niño discernir el mensaje que realmente se le está transmitiendo. Que distinga lo que le llega y de qué forma le llega. Analizando los personajes, los narradores y desmenuzando el mensaje, el niño será capaz de llegar a sus propias conclusiones sin dejarse llevar por la fascinación que éste le produce.

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