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CATÁSTROFE EN TURQUÍA

Los supervivientes del terremoto se alzan contra la ineficacia del Gobierno turco

Juan Carlos Sanz

ENVIADO ESPECIALMientras el Gobierno turco reconocía anoche más de 10.000 muertos en el trágico terremoto que ha devastado el noroeste del país, los expertos de Naciones Unidas manejaban ya una previsión de hasta 40.000 víctimas mortales, una vez sean recuperados de entre los escombros de los 7.500 edificios afectados los cadáveres de los desaparecidos. Tras la conmoción incial, los damnificados comienzan a reaccionar airadamente ante la ineficacia de las autoridades, que aún no han podido enviar auxilios a las áreas rurales ni a los suburbios de las ciudades devastadas.

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Es un auténtico desastre nacional, que el gobernador del Banco Central de Turquía, Gazi Ercel, cuantifica por ahora en unos 7.000 millones de dólares (por encima del billón de pesetas). El terremoto ha dejado una larga lista de necesidades y el Gobierno envía pocos medios para paliarlas. Los alcaldes de las aldeas están enviando grabaciones en vídeo de los daños sufridos a las cadenas de televisión en un desesperado intento por recibir ayudas oficiales. El seísmo ha abierto una profunda brecha en la sociedad turca, educada en la obediencia ciega a sus gobernantes desde la época de Ataturk."Nuestros dirigentes no están haciendo nada", aseguraba ayer a EL PAÍS un alto cargo del Ministerio de Exteriores, "y lo que están haciendo llega tarde y mal: esta catástrofe está demostrando que al frente de la dirección del país no se encuentra la gente mejor preparada". Los retrasos y la descoordinación parecen confirmar también el excesivo peso de la burocracia de Ankara en los asuntos de un Estado extremadamente centralista.

Las víctimas han comenzado a alzar su voz, mientras el Gobierno se refugia en la magnitud del seísmo y en la destrucción de la red de comunicaciones y transporte para justificar su tardanza en enviar ayuda en las primeras horas del siniestro. Los delegados oficiales que visitaron ayer Golcuk, en las inmediaciones de Izmit, fueron recibidos con insultos por grupos de damnificados: "No habéis llegado a tiempo. Marchaos, no queremos veros por aquí".

Ecevit pide comprensión

El primer ministro turco, el socialdemócrata Bulent Ecevit, tuvo que pedir ayer a sus conciudadanos que no critiquen al Gobierno, ya que eso sólo serviría para "bajar la moral de las víctimas y de los equipos de rescate". Para Ecevit, el terremoto del pasado martes, con una magnitud de 7,4 en la escala de Richter, fue "uno de los peores de la historia de la humanidad y el más grave ocurrido en Turquía. Existe una gran campaña de ayuda y, si bien es cierto que existen algunos problemas en la coordinación, no se deben creer las noticias desmoralizadoras".El centro de crisis del Gobierno turco para actuar tras la catástrofe elevó ayer hasta 10.059 el número de muertos y a 40.000 la cifra de heridos. Pero el responsable de Asuntos Humanitarios para Europa de la ONU, Sergio Piazzi, aseguró ayer en Ginebra que el cálculo final de víctimas mortales podría alcanzar los 40.000, a la vista del gran número de edificios afectados por el movimiento sísmico: 75.000 edificaciones, de las que 5.000 han quedado completamente arrasadas. Esos pronósticos han provocado un nuevo llamamiento de Kofi Annan, secretario general de Naciones Unidas, a pedir a la comunidad internacional que redoble sus esfuerzos porque "las necesidades, en la asistencia inicial y en la reconstrucción, son tremendas".

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"Nos tememos que el número de vidas perdidas en esta tragedia puede aumentar rápidamente, ya que bajo los escombros de decenas de miles de edificios pueden encontrarse aún muchas más víctimas", reconocía ayer el portavoz del Gobierno turco, Sina Sukru Gurel. En la ciudad de Estambul, de 10 millones de habitantes, donde el terremoto sólo afectó a un distrito próximo al aeropuerto, se han contabilizado ya cerca de un millar de muertos. Los equipos de rescate siguen trabajando a marchas forzadas a la espera de recuperar nuevos supervivientes, aunque en la gran mayoría de los casos sólo pueden limitarse a confirmar los fallecimientos. De tanto en tanto, algún pequeño milagro devuelve la esperanza a los familiares de las víctimas. En las proximidades de la ciudad de Yalova, un equipo de salvamento israelí logró sacar con vida de entre los escombros a una niña de 11 años tras 17 horas de complicadas excavaciones. Entre las ruinas de un edificio de Golcuk también fue rescatada una joven de 17 años que había permanecido sepultada bajo los cascotes durante más de 80 horas. Anoche, los bomberos de Huelva que colaboran en las tareas de rescate en Sakarya localizaron a una mujer con vida bajo los restos de un edificio de cuatro plantas, aunque todavía no habían podido sacarla de entre los escombros. Otra unidad española rescató a un hombre de 20 años en las cercanías de Golcuk, según confirmó Luis Barranco, responsable de Protección Civil en la zona. La operación fue conducida por bomberos de Granada y de Madrid.

Pero estas buenas noticias no parecen servir de ayuda para las decenas de miles de personas que han perdidos sus hogares y siguen acampadas en instalaciones provisionales por quinta noche consecutiva. El Gobierno está comenzando a desinfectar los edificios en ruinas y ordenado la vacunación de los miembros de los equipos de salvamento. Los cadáveres sin identificar se fotografían de que puedan ser inhumados con rapidez, para que sean reconocidos posteriormete por sus familiares.

En este punto de la tragedia del terremoto de Turquía, las autoridades pudieron anunciar ayer al fin que el incendio de la refinería de la petrolera Tupras en las cercanías de Izmit había quedado controlado. Al menos siete de los 80 depósitos de productos derivados del petróloeo han ardido sin cesar durante cerca de cuatro días.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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